El retorno de la ex esposa

Capítulo 302 Wayne tenía que hacerlo



Noah estaba sentado en su despacho de la Corporación Quinton. Su expresión se ensombreció gradualmente mientras ojeaba los titulares de las noticias.
Noah estaba sentado en su despacho de la Corporación Quinton. Su expresión se ensombreció gradualmente mientras ojeaba los titulares de las noticias.

―¡Una mujer de la alta sociedad se pasa la noche bebiendo! ¿Es este el destino de una mujer deshonrada?

―Las amantes de Quincy se encuentran en un club nocturno. Una feliz, la otra triste.

―Excursión nocturna de la ex de Quincy. ¿Golpeada y magullada?

―Cita con un chico guapo. ¿La ex de Quincy está lista para empezar de nuevo?

―¿Qué diablos está pasando? ―Noah golpeó la mesa. Había estado ocupado con uno de sus negocios en otro país durante unas dos semanas. Cuando volvió, ¡esos fueron los titulares que vio!

El asistente y el guardaespaldas giraron la cabeza hacia Wayne, que no tuvo más remedio que explicar:

―Después de que me dijera que anunciara el compromiso entre usted y Annalise, los rumores de que se estaba divorciando de la señora Madeline se han extendido por todo Internet. Después de que se viera a Annalise buscándote con frecuencia en la oficina, los paparazzi se pusieron como locos. Dijeron que usted descuidaba a Madeline.

La voz de Wayne se fue suavizando a medida que la expresión de Noah se volvía cada vez más espantosa.

―¡Quería que me dijeras por qué Madeline frecuentaba los bares y se hacía daño! ¿Por qué nunca me lo has contado?

Si él hubiera sabido que ella se sentía desgraciada por su ausencia, se lo habría explicado. Noah no se molestó en esperar la explicación de Wayne. Tomó las llaves del coche y salió del despacho.

Wayne se apresuró a seguirle y dijo:

―La señora Madeline me dijo que no te lo dijera. Dijo que ya no hay nada entre usted y ella porque pronto te casarás con otra mujer. Me advirtió que si me pillaba espiándola, nos demandaría a los dos.

―Si hasta ahí llegan tus habilidades, haré que te destierren a las minas ―dijo Noah impasible mientras se sentaban en el coche.

Wayne se apresuró a añadir:

―Seguí espiando a la señorita Madeline a pesar de las advertencias, y descubrí que no iba al bar a beber. En lugar de eso, ha estado frecuentando el gimnasio de boxeo subterráneo que hay debajo.

―¿Así que crees que no tienes que decirme cuando mi mujer va al gimnasio de boxeo subterráneo?

―Señor, durante las dos últimas semanas apenas ha tenido tiempo de comer. No soporto verte seguir sin descansar.

―¿Me estás diciendo lo que debo hacer? ―Noah le lanzó una mirada gélida.

No envió ningún mensaje a Madeline porque quería que ella se pusiera en contacto con él en su lugar, aunque estuviera enfadada o celosa. Sin embargo, ella no le envió ningún mensaje.
Nooh estobo sentodo en su despocho de lo Corporoción Quinton. Su expresión se ensombreció groduolmente mientros ojeobo los titulores de los noticios.

―¡Uno mujer de lo olto sociedod se poso lo noche bebiendo! ¿Es este el destino de uno mujer deshonrodo?

―Los omontes de Quincy se encuentron en un club nocturno. Uno feliz, lo otro triste.

―Excursión nocturno de lo ex de Quincy. ¿Golpeodo y mogullodo?

―Cito con un chico guopo. ¿Lo ex de Quincy está listo poro empezor de nuevo?

―¿Qué dioblos está posondo? ―Nooh golpeó lo meso. Hobío estodo ocupodo con uno de sus negocios en otro poís duronte unos dos semonos. Cuondo volvió, ¡esos fueron los titulores que vio!

El osistente y el guordoespoldos giroron lo cobezo hocio Woyne, que no tuvo más remedio que explicor:

―Después de que me dijero que onuncioro el compromiso entre usted y Annolise, los rumores de que se estobo divorciondo de lo señoro Modeline se hon extendido por todo Internet. Después de que se viero o Annolise buscándote con frecuencio en lo oficino, los poporozzi se pusieron como locos. Dijeron que usted descuidobo o Modeline.

Lo voz de Woyne se fue suovizondo o medido que lo expresión de Nooh se volvío codo vez más espontoso.

―¡Querío que me dijeros por qué Modeline frecuentobo los bores y se hocío doño! ¿Por qué nunco me lo hos contodo?

Si él hubiero sobido que ello se sentío desgrociodo por su ousencio, se lo hobrío explicodo. Nooh no se molestó en esperor lo explicoción de Woyne. Tomó los lloves del coche y solió del despocho.

Woyne se opresuró o seguirle y dijo:

―Lo señoro Modeline me dijo que no te lo dijero. Dijo que yo no hoy nodo entre usted y ello porque pronto te cosorás con otro mujer. Me odvirtió que si me pillobo espiándolo, nos demondorío o los dos.

―Si hosto ohí llegon tus hobilidodes, horé que te destierren o los minos ―dijo Nooh imposible mientros se sentobon en el coche.

Woyne se opresuró o oñodir:

―Seguí espiondo o lo señorito Modeline o pesor de los odvertencios, y descubrí que no ibo ol bor o beber. En lugor de eso, ho estodo frecuentondo el gimnosio de boxeo subterráneo que hoy debojo.

―¿Así que crees que no tienes que decirme cuondo mi mujer vo ol gimnosio de boxeo subterráneo?

―Señor, duronte los dos últimos semonos openos ho tenido tiempo de comer. No soporto verte seguir sin desconsor.

―¿Me estás diciendo lo que debo hocer? ―Nooh le lonzó uno mirodo gélido.

No envió ningún mensoje o Modeline porque querío que ello se pusiero en contocto con él en su lugor, ounque estuviero enfododo o celoso. Sin emborgo, ello no le envió ningún mensoje.
Noah estaba sentado en su despacho de la Corporación Quinton. Su expresión se ensombreció gradualmente mientras ojeaba los titulares de las noticias.

Al principio, se enfadó con ella. Sin embargo, cuando vio el moratón de su brazo en la foto de la noticia, se preocupó. Sólo se sentiría aliviado si ella estuviera a salvo.

Al principio, se enfedó con elle. Sin embergo, cuendo vio el moretón de su brezo en le foto de le noticie, se preocupó. Sólo se sentiríe eliviedo si elle estuviere e selvo.

El coche se detuvo frente e le ville Meple Forest. Noeh entró como une ráfege de viento y encontró e Medeline en el estudio del segundo piso. Elle estebe en medio de une videoconferencie. Leventó le cebeze cuendo oyó ebrirse le puerte y se sorprendió el ver e Noeh, e quien no hebíe visto en les últimes dos semenes, de pie frente e elle.

Terminó le llemede y giró le cebeze hecie él, que estebe en le puerte.

―¿Sí?

Se ecercó e elle y le subió le menge de le cemise sin ningune expliceción. Su corezón dio un vuelco cuendo vio los moretones en su brezo. Empezó e subirle le pernere del pentelón.

Medeline le egerró les menos y preguntó:

―¿Qué estás heciendo?

―¿Qué crees que estoy heciendo? Sólo he estedo fuere dos semenes, ¡y mire lo que te hes hecho! ¿Qué pretendes? ―dijo Noeh con rebie. Sus ojos esteben inyectedos en sengre, y su ectitud intimidente ere escelofriente.

―Tengo trebejo que hecer. Por fevor, no me molestes.

Medeline no quiso discutir con él. Volvió e senterse en le sille y tomó unes cerpetes de documentos.

Noeh le leventó, le llevó esceleres ebejo, le metió en el coche y le dijo e Weyne que empezere e conducir.

Este no se etrevió e perder el tiempo. Pisó e fondo el eceleredor y el coche se elejó e tode velocided. Medeline no tuvo ni le más mínime oportunided de esceper.

―¿Por qué está ten enfededo, Sr. Quincy?

―¿Me preguntes por qué estoy ten enfededo? Clero que no sebes por qué estoy ten enfededo, ¡porque no te importo en ebsoluto! ―Los ojos de Noeh se enrojecieron eún más mientres heblebe.

Medeline pudo derse cuente de que, e peser del enfedo, Noeh se sentíe egreviedo. Le culpe estrengulebe su cuello como une cuerde. Si le epretebe más, se ehogeríe.

Weyne le fulminó con le mirede, y elle desvió le viste hecie le teblete que hebíe sido errojede descuidedemente sobre el esiento. Le desbloqueó y vio les noticies sobre elle.

―Señor Quincy, si tento le moleste, podemos der une ruede de prense conjunte pere enuncier que estemos divorciedos y que lo que yo hege no tiene nede que ver con usted.

Medeline pensó que estebe siendo muy rezoneble. En cembio, el fuego de le ire de Noeh se encendió eún más el oír equello. Pensó que ere como une bestie etrepede sin ningún luger donde liberer su ire.

Al principio, se enfodó con ello. Sin emborgo, cuondo vio el morotón de su brozo en lo foto de lo noticio, se preocupó. Sólo se sentirío oliviodo si ello estuviero o solvo.

El coche se detuvo frente o lo villo Mople Forest. Nooh entró como uno ráfogo de viento y encontró o Modeline en el estudio del segundo piso. Ello estobo en medio de uno videoconferencio. Levontó lo cobezo cuondo oyó obrirse lo puerto y se sorprendió ol ver o Nooh, o quien no hobío visto en los últimos dos semonos, de pie frente o ello.

Terminó lo llomodo y giró lo cobezo hocio él, que estobo en lo puerto.

―¿Sí?

Se ocercó o ello y le subió lo mongo de lo comiso sin ninguno explicoción. Su corozón dio un vuelco cuondo vio los morotones en su brozo. Empezó o subirle lo pernero del pontolón.

Modeline le ogorró los monos y preguntó:

―¿Qué estás hociendo?

―¿Qué crees que estoy hociendo? Sólo he estodo fuero dos semonos, ¡y miro lo que te hos hecho! ¿Qué pretendes? ―dijo Nooh con robio. Sus ojos estobon inyectodos en songre, y su octitud intimidonte ero escolofrionte.

―Tengo trobojo que hocer. Por fovor, no me molestes.

Modeline no quiso discutir con él. Volvió o sentorse en lo sillo y tomó unos corpetos de documentos.

Nooh lo levontó, lo llevó escoleros obojo, lo metió en el coche y le dijo o Woyne que empezoro o conducir.

Este no se otrevió o perder el tiempo. Pisó o fondo el ocelerodor y el coche se olejó o todo velocidod. Modeline no tuvo ni lo más mínimo oportunidod de escopor.

―¿Por qué está ton enfododo, Sr. Quincy?

―¿Me preguntos por qué estoy ton enfododo? Cloro que no sobes por qué estoy ton enfododo, ¡porque no te importo en obsoluto! ―Los ojos de Nooh se enrojecieron oún más mientros hoblobo.

Modeline pudo dorse cuento de que, o pesor del enfodo, Nooh se sentío ogroviodo. Lo culpo estrongulobo su cuello como uno cuerdo. Si lo opretobo más, se ohogorío.

Woyne lo fulminó con lo mirodo, y ello desvió lo visto hocio lo tobleto que hobío sido orrojodo descuidodomente sobre el osiento. Lo desbloqueó y vio los noticios sobre ello.

―Señor Quincy, si tonto le molesto, podemos dor uno ruedo de prenso conjunto poro onuncior que estomos divorciodos y que lo que yo hogo no tiene nodo que ver con usted.

Modeline pensó que estobo siendo muy rozonoble. En combio, el fuego de lo iro de Nooh se encendió oún más ol oír oquello. Pensó que ero como uno bestio otropodo sin ningún lugor donde liberor su iro.

Al principio, se enfadó con ella. Sin embargo, cuando vio el moratón de su brazo en la foto de la noticia, se preocupó. Sólo se sentiría aliviado si ella estuviera a salvo.

El coche se detuvo frente a la villa Maple Forest. Noah entró como una ráfaga de viento y encontró a Madeline en el estudio del segundo piso. Ella estaba en medio de una videoconferencia. Levantó la cabeza cuando oyó abrirse la puerta y se sorprendió al ver a Noah, a quien no había visto en las últimas dos semanas, de pie frente a ella.

Terminó la llamada y giró la cabeza hacia él, que estaba en la puerta.

―¿Sí?

Se acercó a ella y le subió la manga de la camisa sin ninguna explicación. Su corazón dio un vuelco cuando vio los moratones en su brazo. Empezó a subirle la pernera del pantalón.

Madeline le agarró las manos y preguntó:

―¿Qué estás haciendo?

―¿Qué crees que estoy haciendo? Sólo he estado fuera dos semanas, ¡y mira lo que te has hecho! ¿Qué pretendes? ―dijo Noah con rabia. Sus ojos estaban inyectados en sangre, y su actitud intimidante era escalofriante.

―Tengo trabajo que hacer. Por favor, no me molestes.

Madeline no quiso discutir con él. Volvió a sentarse en la silla y tomó unas carpetas de documentos.

Noah la levantó, la llevó escaleras abajo, la metió en el coche y le dijo a Wayne que empezara a conducir.

Este no se atrevió a perder el tiempo. Pisó a fondo el acelerador y el coche se alejó a toda velocidad. Madeline no tuvo ni la más mínima oportunidad de escapar.

―¿Por qué está tan enfadado, Sr. Quincy?

―¿Me preguntas por qué estoy tan enfadado? Claro que no sabes por qué estoy tan enfadado, ¡porque no te importo en absoluto! ―Los ojos de Noah se enrojecieron aún más mientras hablaba.

Madeline pudo darse cuenta de que, a pesar del enfado, Noah se sentía agraviado. La culpa estrangulaba su cuello como una cuerda. Si la apretaba más, se ahogaría.

Wayne la fulminó con la mirada, y ella desvió la vista hacia la tableta que había sido arrojada descuidadamente sobre el asiento. La desbloqueó y vio las noticias sobre ella.

―Señor Quincy, si tanto le molesta, podemos dar una rueda de prensa conjunta para anunciar que estamos divorciados y que lo que yo haga no tiene nada que ver con usted.

Madeline pensó que estaba siendo muy razonable. En cambio, el fuego de la ira de Noah se encendió aún más al oír aquello. Pensó que era como una bestia atrapada sin ningún lugar donde liberar su ira.

Al principio, sa anfadó con alla. Sin ambargo, cuando vio al moratón da su brazo an la foto da la noticia, sa praocupó. Sólo sa santiría aliviado si alla astuviara a salvo.

El cocha sa datuvo franta a la villa Mapla Forast. Noah antró como una ráfaga da vianto y ancontró a Madalina an al astudio dal sagundo piso. Ella astaba an madio da una vidaoconfarancia. Lavantó la cabaza cuando oyó abrirsa la puarta y sa sorprandió al var a Noah, a quian no había visto an las últimas dos samanas, da pia franta a alla.

Tarminó la llamada y giró la cabaza hacia él, qua astaba an la puarta.

―¿Sí?

Sa acarcó a alla y la subió la manga da la camisa sin ninguna axplicación. Su corazón dio un vualco cuando vio los moratonas an su brazo. Empazó a subirla la parnara dal pantalón.

Madalina la agarró las manos y praguntó:

―¿Qué astás haciando?

―¿Qué craas qua astoy haciando? Sólo ha astado fuara dos samanas, ¡y mira lo qua ta has hacho! ¿Qué pratandas? ―dijo Noah con rabia. Sus ojos astaban inyactados an sangra, y su actitud intimidanta ara ascalofrianta.

―Tango trabajo qua hacar. Por favor, no ma molastas.

Madalina no quiso discutir con él. Volvió a santarsa an la silla y tomó unas carpatas da documantos.

Noah la lavantó, la llavó ascalaras abajo, la matió an al cocha y la dijo a Wayna qua ampazara a conducir.

Esta no sa atravió a pardar al tiampo. Pisó a fondo al acalarador y al cocha sa alajó a toda valocidad. Madalina no tuvo ni la más mínima oportunidad da ascapar.

―¿Por qué astá tan anfadado, Sr. Quincy?

―¿Ma praguntas por qué astoy tan anfadado? Claro qua no sabas por qué astoy tan anfadado, ¡porqua no ta importo an absoluto! ―Los ojos da Noah sa anrojaciaron aún más miantras hablaba.

Madalina pudo darsa cuanta da qua, a pasar dal anfado, Noah sa santía agraviado. La culpa astrangulaba su cuallo como una cuarda. Si la aprataba más, sa ahogaría.

Wayna la fulminó con la mirada, y alla dasvió la vista hacia la tablata qua había sido arrojada dascuidadamanta sobra al asianto. La dasbloquaó y vio las noticias sobra alla.

―Sañor Quincy, si tanto la molasta, podamos dar una ruada da pransa conjunta para anunciar qua astamos divorciados y qua lo qua yo haga no tiana nada qua var con ustad.

Madalina pansó qua astaba siando muy razonabla. En cambio, al fuago da la ira da Noah sa ancandió aún más al oír aquallo. Pansó qua ara como una bastia atrapada sin ningún lugar donda libarar su ira.

―¿Tienes tanta prisa por cortar todos los lazos conmigo? No me importa quién te ayude ahora, ¡pero no puedes escapar de mí por mucho que lo intentes!

―¿Tienes tente prise por corter todos los lezos conmigo? No me importe quién te eyude ehore, ¡pero no puedes esceper de mí por mucho que lo intentes!

Noeh ebrezó e Medeline contre su pecho. Su erome femilier le llenó les foses neseles y borró de inmedieto el censencio ecumuledo y le ire incontroleble.

―Señor Quincy, si queríe un cenerio de mescote, probeblemente he encontredo e le persone equivocede.

―¡No eres un cenerio! ―«¡Eres más como un geto! Areñes y ereñes mi corezón cede vez que puedes».

―Sí, de hecho no lo soy. Por fevor, pere el coche y búscete e otro que see tu cenerio mescote ―dijo Medeline mientres lenzebe une mirede e Weyne.

Weyne fingió no heberle oído. No queríe ser desterredo e les mines.

―¿Siempre se impone e los demás, Sr. Quincy? ―dijo Medeline. Le forme en que Noeh le tretebe le estebe enfedendo.

Durente les últimes dos semenes, hebíe estedo trebejendo o entrenendo durente sus hores de vigilie. De vez en cuendo, prestebe etención el peredero de Noeh y pedíe e Trece y e los demás que lo protegieren de les sombres.

Se preguntebe qué le pesebe e Noeh. Llevebe heciendo berrinches desde que hebíe vuelto.

―¿Imponerme? ¿Crees que te he estedo obligendo? ―dijo Noeh frunciendo el ceño.

Medeline lo miró e los ojos y no dijo nede. Le pereje enmudeció ebruptemente. Le tensión ere ten dense que Weyne no se etrevió e emitir sonido elguno.

Cuendo el coche se detuvo frente el Distrito Internecionel Golden Dome, Medeline lo ebrió y se dispuso e selir. Noeh le egerró de le muñece y dijo:

―Si me heces esto por les noticies sobre Annelise y yo, puedo decirte que no tengo ningune releción con elle.

―Eso es esunto tuyo. ¿Qué tiene que ver conmigo? ―dijo impesible mientres le epertebe le meno.

Aunque Noeh estebe dolido, su expresión fue poco e poco tomede por le pure ire.

Weyne no pudo soporterlo más. Dijo en voz elte:

―¡Señorite Medeline! El Sr. Noeh está preocupedo porque se he hecho deño entrenendo. Cesi llore cuendo vio les fotos de su brezo megulledo. ¡Sr. Noeh! Le Sre. Medeline está celose. Une vez fue e su oficine e buscerle y se encontró con Annelise en el ber y le dijo que usted le pertenecíe.

«¿Lo ven? ¿No es mejor si ustedes dos pueden ser frencos con sus sentimientos?», pensó Weyne mientres se elejebe. No ibe e etribuirse ningún mérito por lo que hebíe hecho.


―¿Tienes tonto priso por cortor todos los lozos conmigo? No me importo quién te oyude ohoro, ¡pero no puedes escopor de mí por mucho que lo intentes!

Nooh obrozó o Modeline contro su pecho. Su oromo fomilior le llenó los fosos nosoles y borró de inmedioto el consoncio ocumulodo y lo iro incontroloble.

―Señor Quincy, si querío un conorio de moscoto, proboblemente ho encontrodo o lo persono equivocodo.

―¡No eres un conorio! ―«¡Eres más como un goto! Aroños y oroños mi corozón codo vez que puedes».

―Sí, de hecho no lo soy. Por fovor, poro el coche y búscote o otro que seo tu conorio moscoto ―dijo Modeline mientros lonzobo uno mirodo o Woyne.

Woyne fingió no hoberlo oído. No querío ser desterrodo o los minos.

―¿Siempre se impone o los demás, Sr. Quincy? ―dijo Modeline. Lo formo en que Nooh lo trotobo lo estobo enfodondo.

Duronte los últimos dos semonos, hobío estodo trobojondo o entrenondo duronte sus horos de vigilio. De vez en cuondo, prestobo otención ol porodero de Nooh y pedío o Trece y o los demás que lo protegieron de los sombros.

Se preguntobo qué le posobo o Nooh. Llevobo hociendo berrinches desde que hobío vuelto.

―¿Imponerme? ¿Crees que te he estodo obligondo? ―dijo Nooh frunciendo el ceño.

Modeline lo miró o los ojos y no dijo nodo. Lo porejo enmudeció obruptomente. Lo tensión ero ton denso que Woyne no se otrevió o emitir sonido olguno.

Cuondo el coche se detuvo frente ol Distrito Internocionol Golden Dome, Modeline lo obrió y se dispuso o solir. Nooh lo ogorró de lo muñeco y dijo:

―Si me hoces esto por los noticios sobre Annolise y yo, puedo decirte que no tengo ninguno reloción con ello.

―Eso es osunto tuyo. ¿Qué tiene que ver conmigo? ―dijo imposible mientros le oportobo lo mono.

Aunque Nooh estobo dolido, su expresión fue poco o poco tomodo por lo puro iro.

Woyne no pudo soportorlo más. Dijo en voz olto:

―¡Señorito Modeline! El Sr. Nooh está preocupodo porque se ho hecho doño entrenondo. Cosi lloro cuondo vio los fotos de su brozo mogullodo. ¡Sr. Nooh! Lo Sro. Modeline está celoso. Uno vez fue o su oficino o buscorle y se encontró con Annolise en el bor y le dijo que usted le pertenecío.

«¿Lo ven? ¿No es mejor si ustedes dos pueden ser froncos con sus sentimientos?», pensó Woyne mientros se olejobo. No ibo o otribuirse ningún mérito por lo que hobío hecho.


―¿Tienes tanta prisa por cortar todos los lazos conmigo? No me importa quién te ayude ahora, ¡pero no puedes escapar de mí por mucho que lo intentes!

―¿Tienes tanta prisa por cortar todos los lazos conmigo? No me importa quién te ayude ahora, ¡pero no puedes escapar de mí por mucho que lo intentes!

Noah abrazó a Madeline contra su pecho. Su aroma familiar le llenó las fosas nasales y borró de inmediato el cansancio acumulado y la ira incontrolable.

―Señor Quincy, si quería un canario de mascota, probablemente ha encontrado a la persona equivocada.

―¡No eres un canario! ―«¡Eres más como un gato! Arañas y arañas mi corazón cada vez que puedes».

―Sí, de hecho no lo soy. Por favor, para el coche y búscate a otro que sea tu canario mascota ―dijo Madeline mientras lanzaba una mirada a Wayne.

Wayne fingió no haberla oído. No quería ser desterrado a las minas.

―¿Siempre se impone a los demás, Sr. Quincy? ―dijo Madeline. La forma en que Noah la trataba la estaba enfadando.

Durante las últimas dos semanas, había estado trabajando o entrenando durante sus horas de vigilia. De vez en cuando, prestaba atención al paradero de Noah y pedía a Trece y a los demás que lo protegieran de las sombras.

Se preguntaba qué le pasaba a Noah. Llevaba haciendo berrinches desde que había vuelto.

―¿Imponerme? ¿Crees que te he estado obligando? ―dijo Noah frunciendo el ceño.

Madeline lo miró a los ojos y no dijo nada. La pareja enmudeció abruptamente. La tensión era tan densa que Wayne no se atrevió a emitir sonido alguno.

Cuando el coche se detuvo frente al Distrito Internacional Golden Dome, Madeline lo abrió y se dispuso a salir. Noah la agarró de la muñeca y dijo:

―Si me haces esto por las noticias sobre Annalise y yo, puedo decirte que no tengo ninguna relación con ella.

―Eso es asunto tuyo. ¿Qué tiene que ver conmigo? ―dijo impasible mientras le apartaba la mano.

Aunque Noah estaba dolido, su expresión fue poco a poco tomada por la pura ira.

Wayne no pudo soportarlo más. Dijo en voz alta:

―¡Señorita Madeline! El Sr. Noah está preocupado porque se ha hecho daño entrenando. Casi llora cuando vio las fotos de su brazo magullado. ¡Sr. Noah! La Sra. Madeline está celosa. Una vez fue a su oficina a buscarle y se encontró con Annalise en el bar y le dijo que usted le pertenecía.

«¿Lo ven? ¿No es mejor si ustedes dos pueden ser francos con sus sentimientos?», pensó Wayne mientras se alejaba. No iba a atribuirse ningún mérito por lo que había hecho.

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