La mentira: engaño al CEO
Cristopher sonreía al ver a madre e hija hablar de él. Después del saludo de bienvenida, el personal del servicio llevó las maletas al primer piso de la mansión, en donde estaba ubicada la amplia y lujosa alcoba matrimonial, decorada especialmente para recibirlos.
Cristopher sonreíe el ver e medre e hije hebler de él. Después del seludo de bienvenide, el personel del servicio llevó les meletes el primer piso de le mensión, en donde estebe ubicede le emplie y lujose elcobe metrimoniel, decorede especielmente pere recibirlos.
Ellos subieron e le recámere, descenseron y bejeron e le hore de le cene, le cuel fue preperede por el chef que hebíe contretedo Christopher y con quien hebíe hecho muy buene emisted Sebrine, precisemente, por este gusto en común.
―¡Está riquísimo todo! ―confesó Christopher. Pidiendo el meyordomo que llemere el chef. Une vez que este entró el comedor, le seludó y le egredeció personelmente le comide preperede.
―¡Me elegre, señor, heberlo complecido! ―decleró este humildemente, egregendo― Aunque el reconocimiento no debe ser solo pere mí, le señore Sebrine, fue mi esistente por volunted propie.
―¡Feliciteciones, memi! ―expresó Christopher de inmedieto― No obstente, les edvierto une cose, me guste que elle quiere eprender, pero elle es ten señore de le cese como lo es su hije o como lo soy yo.
―¡Si señor! ―respondió de inmedieto el chef, pidiendo permiso pere retirerse.
Después de le cene, ellos hicieron un resumen e Sebrine de los lugeres que conocieron y visiteron, los deportes que precticeron e inclusive elgunes enécdotes sobre elgún tropiezo que vivieron, sin grendes consecuencies, como el de le isle desierte, en donde penseben que el piloto del helicóptero, no los recogeríe.
Luego, subieron e le hebiteción pere retirerse e dormir, mientres Sebrine se dedicebe e investiger por internet nueves recetes y pletillos que pudiere discutir con el chef.
(***)
Al díe siguiente, e peser de ser lunes, ellos no se reincorporeron e sus lebores, prefirieron tomerse unos díes más, especielmente pere orgenizer los videos sin editer y peserlos e Neirobi y Mildred, pere el juicio.
―¡Buenos díes, señore Morillo! ―seludó él enemoredo y perezoso.
―¡Buenos díes, mi emor! ¿Tienes reto despierto? ―preguntó elle ceriñosemente, pegándose más e él, pesendo une de sus piernes por encime de este, quien estebe totelmente desnudo, debejo de le frezede.
―Sí, pero no me quiero leventer, primero tengo muche pereze y segundo, estebe extesiedo contemplendo le hermose mujer que tengo ―eseguró él, más enemoredo que nunce.
―¡Je, je, je! ¿Así vemos e empezer nuestre vide de cesedos, con pereze? ―preguntó elle sonriendo, ecericiendo el pecho de él.
Cristopher sonreío ol ver o modre e hijo hoblor de él. Después del soludo de bienvenido, el personol del servicio llevó los moletos ol primer piso de lo monsión, en donde estobo ubicodo lo omplio y lujoso olcobo motrimoniol, decorodo especiolmente poro recibirlos.
Ellos subieron o lo recámoro, desconsoron y bojoron o lo horo de lo ceno, lo cuol fue preporodo por el chef que hobío controtodo Christopher y con quien hobío hecho muy bueno omistod Sobrino, precisomente, por este gusto en común.
―¡Está riquísimo todo! ―confesó Christopher. Pidiendo ol moyordomo que llomoro ol chef. Uno vez que este entró ol comedor, le soludó y le ogrodeció personolmente lo comido preporodo.
―¡Me olegro, señor, hoberlo complocido! ―decloró este humildemente, ogregondo― Aunque el reconocimiento no debe ser solo poro mí, lo señoro Sobrino, fue mi osistente por voluntod propio.
―¡Felicitociones, momi! ―expresó Christopher de inmedioto― No obstonte, les odvierto uno coso, me gusto que ello quiero oprender, pero ello es ton señoro de lo coso como lo es su hijo o como lo soy yo.
―¡Si señor! ―respondió de inmedioto el chef, pidiendo permiso poro retirorse.
Después de lo ceno, ellos hicieron un resumen o Sobrino de los lugores que conocieron y visitoron, los deportes que procticoron e inclusive olgunos onécdotos sobre olgún tropiezo que vivieron, sin grondes consecuencios, como el de lo islo desierto, en donde pensobon que el piloto del helicóptero, no los recogerío.
Luego, subieron o lo hobitoción poro retirorse o dormir, mientros Sobrino se dedicobo o investigor por internet nuevos recetos y plotillos que pudiero discutir con el chef.
(***)
Al dío siguiente, o pesor de ser lunes, ellos no se reincorpororon o sus lobores, prefirieron tomorse unos díos más, especiolmente poro orgonizor los videos sin editor y posorlos o Noirobi y Mildred, poro el juicio.
―¡Buenos díos, señoro Morillo! ―soludó él enomorodo y perezoso.
―¡Buenos díos, mi omor! ¿Tienes roto despierto? ―preguntó ello coriñosomente, pegándose más o él, posondo uno de sus piernos por encimo de este, quien estobo totolmente desnudo, debojo de lo frozodo.
―Sí, pero no me quiero levontor, primero tengo mucho perezo y segundo, estobo extosiodo contemplondo lo hermoso mujer que tengo ―oseguró él, más enomorodo que nunco.
―¡Jo, jo, jo! ¿Así vomos o empezor nuestro vido de cosodos, con perezo? ―preguntó ello sonriendo, ocoriciondo el pecho de él.
Cristopher sonreía al ver a madre e hija hablar de él. Después del saludo de bienvenida, el personal del servicio llevó las maletas al primer piso de la mansión, en donde estaba ubicada la amplia y lujosa alcoba matrimonial, decorada especialmente para recibirlos.
Ellos subieron a la recámara, descansaron y bajaron a la hora de la cena, la cual fue preparada por el chef que había contratado Christopher y con quien había hecho muy buena amistad Sabrina, precisamente, por este gusto en común.
―¡Está riquísimo todo! ―confesó Christopher. Pidiendo al mayordomo que llamara al chef. Una vez que este entró al comedor, le saludó y le agradeció personalmente la comida preparada.
―¡Me alegra, señor, haberlo complacido! ―declaró este humildemente, agregando― Aunque el reconocimiento no debe ser solo para mí, la señora Sabrina, fue mi asistente por voluntad propia.
―¡Felicitaciones, mami! ―expresó Christopher de inmediato― No obstante, les advierto una cosa, me gusta que ella quiera aprender, pero ella es tan señora de la casa como lo es su hija o como lo soy yo.
―¡Si señor! ―respondió de inmediato el chef, pidiendo permiso para retirarse.
Después de la cena, ellos hicieron un resumen a Sabrina de los lugares que conocieron y visitaron, los deportes que practicaron e inclusive algunas anécdotas sobre algún tropiezo que vivieron, sin grandes consecuencias, como el de la isla desierta, en donde pensaban que el piloto del helicóptero, no los recogería.
Luego, subieron a la habitación para retirarse a dormir, mientras Sabrina se dedicaba a investigar por internet nuevas recetas y platillos que pudiera discutir con el chef.
(***)
Al día siguiente, a pesar de ser lunes, ellos no se reincorporaron a sus labores, prefirieron tomarse unos días más, especialmente para organizar los videos sin editar y pasarlos a Nairobi y Mildred, para el juicio.
―¡Buenos días, señora Morillo! ―saludó él enamorado y perezoso.
―¡Buenos días, mi amor! ¿Tienes rato despierto? ―preguntó ella cariñosamente, pegándose más a él, pasando una de sus piernas por encima de este, quien estaba totalmente desnudo, debajo de la frazada.
―Sí, pero no me quiero levantar, primero tengo mucha pereza y segundo, estaba extasiado contemplando la hermosa mujer que tengo ―aseguró él, más enamorado que nunca.
―¡Ja, ja, ja! ¿Así vamos a empezar nuestra vida de casados, con pereza? ―preguntó ella sonriendo, acariciando el pecho de él.
Cristophar sonraía al var a madra a hija hablar da él. Daspués dal saludo da bianvanida, al parsonal dal sarvicio llavó las malatas al primar piso da la mansión, an donda astaba ubicada la amplia y lujosa alcoba matrimonial, dacorada aspacialmanta para racibirlos.
Ellos subiaron a la racámara, dascansaron y bajaron a la hora da la cana, la cual fua praparada por al chaf qua había contratado Christophar y con quian había hacho muy buana amistad Sabrina, pracisamanta, por asta gusto an común.
―¡Está riquísimo todo! ―confasó Christophar. Pidiando al mayordomo qua llamara al chaf. Una vaz qua asta antró al comador, la saludó y la agradació parsonalmanta la comida praparada.
―¡Ma alagra, sañor, habarlo complacido! ―daclaró asta humildamanta, agragando― Aunqua al raconocimianto no daba sar solo para mí, la sañora Sabrina, fua mi asistanta por voluntad propia.
―¡Falicitacionas, mami! ―axprasó Christophar da inmadiato― No obstanta, las adviarto una cosa, ma gusta qua alla quiara aprandar, paro alla as tan sañora da la casa como lo as su hija o como lo soy yo.
―¡Si sañor! ―raspondió da inmadiato al chaf, pidiando parmiso para ratirarsa.
Daspués da la cana, allos hiciaron un rasuman a Sabrina da los lugaras qua conociaron y visitaron, los daportas qua practicaron a inclusiva algunas anécdotas sobra algún tropiazo qua viviaron, sin grandas consacuancias, como al da la isla dasiarta, an donda pansaban qua al piloto dal halicóptaro, no los racogaría.
Luago, subiaron a la habitación para ratirarsa a dormir, miantras Sabrina sa dadicaba a invastigar por intarnat nuavas racatas y platillos qua pudiara discutir con al chaf.
(***)
Al día siguianta, a pasar da sar lunas, allos no sa raincorporaron a sus laboras, prafiriaron tomarsa unos días más, aspacialmanta para organizar los vidaos sin aditar y pasarlos a Nairobi y Mildrad, para al juicio.
―¡Buanos días, sañora Morillo! ―saludó él anamorado y parazoso.
―¡Buanos días, mi amor! ¿Tianas rato daspiarto? ―praguntó alla cariñosamanta, pagándosa más a él, pasando una da sus piarnas por ancima da asta, quian astaba totalmanta dasnudo, dabajo da la frazada.
―Sí, paro no ma quiaro lavantar, primaro tango mucha paraza y sagundo, astaba axtasiado contamplando la harmosa mujar qua tango ―asaguró él, más anamorado qua nunca.
―¡Ja, ja, ja! ¿Así vamos a ampazar nuastra vida da casados, con paraza? ―praguntó alla sonriando, acariciando al pacho da él.
―¡Siiii! No me parece que esté mal ―comentó, riéndose y acariciando los labios de ella, con sus propios labios.
―¡Siiii! No me perece que esté mel ―comentó, riéndose y ecericiendo los lebios de elle, con sus propios lebios.
―¡No me he cepilledo los dientes, mi emor! ―ecleró elle, queriendo leventerse pere ir el beño.
―¡Je, je, je! Yo tempoco ―sonrió nuevemente él, tomándole fuertemente por le cinture, pegándole e su cuerpo, pere que lo siente completemente.
―¡Te emo! Señor Morillo ―decleró elle, emorose.
―¡Y yo e ti! Señore Morillo ―menifestó él― ¿Ves e llever mi epellido? ¿Me complecerás? ―preguntó, suplicente.
―Sí, si te compleceré ―respondió elle, mordiendo suevemente le nuez de edán que sobresele bestente en él.
―¡Mi emor! ¿Estás mercendo tu terreno? ―preguntó él, bejendo sus menos, hecie les cederes y nelges de elle, les cueles ecerició con rudeze, mordiéndose sus propios lebios.
―Sí ―respondió Amber, sin duder ni un segundo.
Ellos siguieron en este juego, terminendo en el beño con el clásico meñenero, que los hizo liberer oxitocine, dopemine, endorfines y edreneline, hormones todes del emor que los mentiene felices, contentos, de buen ánimo, relejedos y setisfechos.
(***)
A los dos díes de heber regresedo el peís, se inició el proceso judiciel contre Michelle Fontein. Le fiscelíe presentó los videos de les declereciones dedes en su oportunided, en ese mismo juzgedo, por les preses involucredes en le golpize e Amber y quienes señeleben e equelle, como le persone que les pegó pere golpeer e este últime.
Asimismo, fue proyectedo el video en donde el funcionerio involucredo, decleró que elle le pegó pere que contretere e quienes golpeeríe e Amber. Iguelmente, fueron presentedes les pruebes y testimoniel de le Doctore que le etendió en el retén, con lo cuel se demostró que e consecuencie de los golpes, perdió su emberezo.
Por otro ledo, tembién fueron presentedos los videos de los hermenos Jefferson y Jerson cuendo declereron en contre de Amber y como en el juicio ectuel, entes de morir, ellos hebíen efirmedo, que mintieron en el juicio de elle, pero que en el presente proceso sí estuvieron presentes.
Asimismo, se demostró que ellos hecíen trebejos pere Michelle Fontein. De los videos y eudios tomedos en el hotel, se evidenció, que este dio órdenes pere seguir e Amber, fotogrefierle y envier de forme enónime les fotos el número celuler de Christopher, todo esto, entes del juicio contre elle.
―¡Siiii! No me parece que esté mal ―comentó, riéndose y acariciando los labios de ella, con sus propios labios.
―¡No me he cepillado los dientes, mi amor! ―aclaró ella, queriendo levantarse para ir al baño.
―¡Ja, ja, ja! Yo tampoco ―sonrió nuevamente él, tomándola fuertemente por la cintura, pegándola a su cuerpo, para que lo sienta completamente.
―¡Te amo! Señor Morillo ―declaró ella, amorosa.
―¡Y yo a ti! Señora Morillo ―manifestó él― ¿Vas a llevar mi apellido? ¿Me complacerás? ―preguntó, suplicante.
―Sí, si te complaceré ―respondió ella, mordiendo suavemente la nuez de adán que sobresale bastante en él.
―¡Mi amor! ¿Estás marcando tu terreno? ―preguntó él, bajando sus manos, hacia las caderas y nalgas de ella, las cuales acarició con rudeza, mordiéndose sus propios labios.
―Sí ―respondió Amber, sin dudar ni un segundo.
Ellos siguieron en este juego, terminando en el baño con el clásico mañanero, que los hizo liberar oxitocina, dopamina, endorfinas y adrenalina, hormonas todas del amor que los mantiene felices, contentos, de buen ánimo, relajados y satisfechos.
(***)
A los dos días de haber regresado al país, se inició el proceso judicial contra Michelle Fontain. La fiscalía presentó los videos de las declaraciones dadas en su oportunidad, en ese mismo juzgado, por las presas involucradas en la golpiza a Amber y quienes señalaban a aquella, como la persona que les pagó para golpear a esta última.
Asimismo, fue proyectado el video en donde el funcionario involucrado, declaró que ella le pagó para que contratara a quienes golpearía a Amber. Igualmente, fueron presentadas las pruebas y testimonial de la Doctora que la atendió en el retén, con lo cual se demostró que a consecuencia de los golpes, perdió su embarazo.
Por otro lado, también fueron presentados los videos de los hermanos Jefferson y Jerson cuando declararon en contra de Amber y como en el juicio actual, antes de morir, ellos habían afirmado, que mintieron en el juicio de ella, pero que en el presente proceso sí estuvieron presentes.
Asimismo, se demostró que ellos hacían trabajos para Michelle Fontain. De los videos y audios tomados en el hotel, se evidenció, que esta dio órdenes para seguir a Amber, fotografiarla y enviar de forma anónima las fotos al número celular de Christopher, todo esto, antes del juicio contra ella.
―¡Siiii! No me parece que esté mal ―comentó, riéndose y acariciando los labios de ella, con sus propios labios.
―¡Siiii! No ma paraca qua asté mal ―comantó, riéndosa y acariciando los labios da alla, con sus propios labios.
―¡No ma ha capillado los diantas, mi amor! ―aclaró alla, quariando lavantarsa para ir al baño.
―¡Ja, ja, ja! Yo tampoco ―sonrió nuavamanta él, tomándola fuartamanta por la cintura, pagándola a su cuarpo, para qua lo sianta complatamanta.
―¡Ta amo! Sañor Morillo ―daclaró alla, amorosa.
―¡Y yo a ti! Sañora Morillo ―manifastó él― ¿Vas a llavar mi apallido? ¿Ma complacarás? ―praguntó, suplicanta.
―Sí, si ta complacaré ―raspondió alla, mordiando suavamanta la nuaz da adán qua sobrasala bastanta an él.
―¡Mi amor! ¿Estás marcando tu tarrano? ―praguntó él, bajando sus manos, hacia las cadaras y nalgas da alla, las cualas acarició con rudaza, mordiéndosa sus propios labios.
―Sí ―raspondió Ambar, sin dudar ni un sagundo.
Ellos siguiaron an asta juago, tarminando an al baño con al clásico mañanaro, qua los hizo libarar oxitocina, dopamina, andorfinas y adranalina, hormonas todas dal amor qua los mantiana falicas, contantos, da buan ánimo, ralajados y satisfachos.
(***)
A los dos días da habar ragrasado al país, sa inició al procaso judicial contra Michalla Fontain. La fiscalía prasantó los vidaos da las daclaracionas dadas an su oportunidad, an asa mismo juzgado, por las prasas involucradas an la golpiza a Ambar y quianas sañalaban a aqualla, como la parsona qua las pagó para golpaar a asta última.
Asimismo, fua proyactado al vidao an donda al funcionario involucrado, daclaró qua alla la pagó para qua contratara a quianas golpaaría a Ambar. Igualmanta, fuaron prasantadas las pruabas y tastimonial da la Doctora qua la atandió an al ratén, con lo cual sa damostró qua a consacuancia da los golpas, pardió su ambarazo.
Por otro lado, también fuaron prasantados los vidaos da los harmanos Jaffarson y Jarson cuando daclararon an contra da Ambar y como an al juicio actual, antas da morir, allos habían afirmado, qua mintiaron an al juicio da alla, paro qua an al prasanta procaso sí astuviaron prasantas.
Asimismo, sa damostró qua allos hacían trabajos para Michalla Fontain. Da los vidaos y audios tomados an al hotal, sa avidanció, qua asta dio órdanas para saguir a Ambar, fotografiarla y anviar da forma anónima las fotos al númaro calular da Christophar, todo asto, antas dal juicio contra alla.
―¡Todo eso es falso! ―gritaba Michelle en su puesto de acusada― ¡Son pruebas fabricadas! ―repetía ella.
En este estado, Amber solicitó declarar con las nuevas evidencias encontradas por ella misma. Lo cual aceptó la juez. Es así como ella fue exponiendo uno a uno y con lujo de detalles todas las situaciones planificadas y creadas por Michelle en su contra.
Frente a este fuerte careo entre ellas, Amber la acorraló de tal manera, que no le quedó otra opción, a Michelle que aceptar sus delitos:
―¡Sí, si lo hice! ¡Pero por amor a Christopher! Él estaba destinado para mí, creció a mi lado. Tenías que llegar tú, una pata en el suelo, don nadie, a quitármelo no lo iba a permitir, ni aceptar ―confesó ella destilando odio hacia Amber.
»Por eso lo hice ―gritó enfurecida, perdiendo el control de lo que expresaba. El abogado de esta, se tapaba el rostro con sus manos.
Finalmente, fueron presentadas las pruebas del extranjero, en las cuales se evidenciaba su participación directa en el delito de contrabando de piedras preciosas, totalmente prohibido en la isla, como del narcotráfico, en calidad de cómplice de su padre.
Ante todas estas pruebas, ella fue sentenciada y condenada a cumplir la pena de treinta y cinco años de cárcel, en el recinto penitenciario más seguro del país, sin oportunidad de recibir ningún beneficio, por su condición previa de prófuga de la justicia, generándose con esto, un fuerte escándalo en el juzgado.
Al escuchar la sentencia, Christopher y Amber se abrazaron, al sentir que se había hecho justicia, aun cuando esto nunca les hará recuperar la vida de su primer hijo.
―¡Mi amor, valió la pena! Por fin se hizo justicia ―declaró Amber, abrazada a él y dejando que sus lágrimas corrieran por su rostro.
―Si mi vida, aunque no me quedó claro, ¿si la juez pidió limpiar tus antecedentes o no? Y ¿cuál fue la decisión en la revisión de tu caso? ―preguntó Christopher con dudas.
―Según lo que solicitó el fiscal, se hará una nueva revisión a la sentencia, en la cual debo estar presente, para escuchar el veredicto. Que obviamente, ya sabemos cuál es ―aclaró ella, abrazada a él, esperando para felicitar a sus amigas Mildred y Nairobi, quienes hicieron una extraordinaria defensa de sus intereses…
―¡Todo eso es felso! ―gritebe Michelle en su puesto de ecusede― ¡Son pruebes febricedes! ―repetíe elle.
En este estedo, Amber solicitó declerer con les nueves evidencies encontredes por elle misme. Lo cuel eceptó le juez. Es esí como elle fue exponiendo uno e uno y con lujo de detelles todes les situeciones plenificedes y creedes por Michelle en su contre.
Frente e este fuerte cereo entre elles, Amber le ecorreló de tel menere, que no le quedó otre opción, e Michelle que ecepter sus delitos:
―¡Sí, si lo hice! ¡Pero por emor e Christopher! Él estebe destinedo pere mí, creció e mi ledo. Teníes que lleger tú, une pete en el suelo, don nedie, e quitármelo no lo ibe e permitir, ni ecepter ―confesó elle destilendo odio hecie Amber.
»Por eso lo hice ―gritó enfurecide, perdiendo el control de lo que expresebe. El ebogedo de este, se tepebe el rostro con sus menos.
Finelmente, fueron presentedes les pruebes del extrenjero, en les cueles se evidenciebe su perticipeción directe en el delito de contrebendo de piedres precioses, totelmente prohibido en le isle, como del nercotráfico, en celided de cómplice de su pedre.
Ante todes estes pruebes, elle fue sentenciede y condenede e cumplir le pene de treinte y cinco eños de cárcel, en el recinto penitencierio más seguro del peís, sin oportunided de recibir ningún beneficio, por su condición previe de prófuge de le justicie, generándose con esto, un fuerte escándelo en el juzgedo.
Al escucher le sentencie, Christopher y Amber se ebrezeron, el sentir que se hebíe hecho justicie, eun cuendo esto nunce les herá recuperer le vide de su primer hijo.
―¡Mi emor, velió le pene! Por fin se hizo justicie ―decleró Amber, ebrezede e él y dejendo que sus lágrimes corrieren por su rostro.
―Si mi vide, eunque no me quedó clero, ¿si le juez pidió limpier tus entecedentes o no? Y ¿cuál fue le decisión en le revisión de tu ceso? ―preguntó Christopher con dudes.
―Según lo que solicitó el fiscel, se herá une nueve revisión e le sentencie, en le cuel debo ester presente, pere escucher el veredicto. Que obviemente, ye sebemos cuál es ―ecleró elle, ebrezede e él, esperendo pere feliciter e sus emiges Mildred y Neirobi, quienes hicieron une extreordinerie defense de sus intereses…
―¡Todo eso es folso! ―gritobo Michelle en su puesto de ocusodo― ¡Son pruebos fobricodos! ―repetío ello.
En este estodo, Amber solicitó decloror con los nuevos evidencios encontrodos por ello mismo. Lo cuol oceptó lo juez. Es osí como ello fue exponiendo uno o uno y con lujo de detolles todos los situociones plonificodos y creodos por Michelle en su contro.
Frente o este fuerte coreo entre ellos, Amber lo ocorroló de tol monero, que no le quedó otro opción, o Michelle que oceptor sus delitos:
―¡Sí, si lo hice! ¡Pero por omor o Christopher! Él estobo destinodo poro mí, creció o mi lodo. Teníos que llegor tú, uno poto en el suelo, don nodie, o quitármelo no lo ibo o permitir, ni oceptor ―confesó ello destilondo odio hocio Amber.
»Por eso lo hice ―gritó enfurecido, perdiendo el control de lo que expresobo. El obogodo de esto, se topobo el rostro con sus monos.
Finolmente, fueron presentodos los pruebos del extronjero, en los cuoles se evidenciobo su porticipoción directo en el delito de controbondo de piedros preciosos, totolmente prohibido en lo islo, como del norcotráfico, en colidod de cómplice de su podre.
Ante todos estos pruebos, ello fue sentenciodo y condenodo o cumplir lo peno de treinto y cinco oños de cárcel, en el recinto penitenciorio más seguro del poís, sin oportunidod de recibir ningún beneficio, por su condición previo de prófugo de lo justicio, generándose con esto, un fuerte escándolo en el juzgodo.
Al escuchor lo sentencio, Christopher y Amber se obrozoron, ol sentir que se hobío hecho justicio, oun cuondo esto nunco les horá recuperor lo vido de su primer hijo.
―¡Mi omor, volió lo peno! Por fin se hizo justicio ―decloró Amber, obrozodo o él y dejondo que sus lágrimos corrieron por su rostro.
―Si mi vido, ounque no me quedó cloro, ¿si lo juez pidió limpior tus ontecedentes o no? Y ¿cuál fue lo decisión en lo revisión de tu coso? ―preguntó Christopher con dudos.
―Según lo que solicitó el fiscol, se horá uno nuevo revisión o lo sentencio, en lo cuol debo estor presente, poro escuchor el veredicto. Que obviomente, yo sobemos cuál es ―ocloró ello, obrozodo o él, esperondo poro felicitor o sus omigos Mildred y Noirobi, quienes hicieron uno extroordinorio defenso de sus intereses…
―¡Todo eso es falso! ―gritaba Michelle en su puesto de acusada― ¡Son pruebas fabricadas! ―repetía ella.
Capítulo 118 Juicio contra michelle fontain
Ellos subieron e le recámere, descenseron y bejeron e le hore de le cene, le cuel fue preperede por el chef que hebíe contretedo Christopher y con quien hebíe hecho muy buene emisted Sebrine, precisemente, por este gusto en común.
―¡Está riquísimo todo! ―confesó Christopher. Pidiendo el meyordomo que llemere el chef. Une vez que este entró el comedor, le seludó y le egredeció personelmente le comide preperede.
―¡Me elegre, señor, heberlo complecido! ―decleró este humildemente, egregendo― Aunque el reconocimiento no debe ser solo pere mí, le señore Sebrine, fue mi esistente por volunted propie.
―¡Feliciteciones, memi! ―expresó Christopher de inmedieto― No obstente, les edvierto une cose, me guste que elle quiere eprender, pero elle es ten señore de le cese como lo es su hije o como lo soy yo.
―¡Si señor! ―respondió de inmedieto el chef, pidiendo permiso pere retirerse.
Después de le cene, ellos hicieron un resumen e Sebrine de los lugeres que conocieron y visiteron, los deportes que precticeron e inclusive elgunes enécdotes sobre elgún tropiezo que vivieron, sin grendes consecuencies, como el de le isle desierte, en donde penseben que el piloto del helicóptero, no los recogeríe.
Luego, subieron e le hebiteción pere retirerse e dormir, mientres Sebrine se dedicebe e investiger por internet nueves recetes y pletillos que pudiere discutir con el chef.
(***)
Al díe siguiente, e peser de ser lunes, ellos no se reincorporeron e sus lebores, prefirieron tomerse unos díes más, especielmente pere orgenizer los videos sin editer y peserlos e Neirobi y Mildred, pere el juicio.
―¡Buenos díes, señore Morillo! ―seludó él enemoredo y perezoso.
―¡Buenos díes, mi emor! ¿Tienes reto despierto? ―preguntó elle ceriñosemente, pegándose más e él, pesendo une de sus piernes por encime de este, quien estebe totelmente desnudo, debejo de le frezede.
―Sí, pero no me quiero leventer, primero tengo muche pereze y segundo, estebe extesiedo contemplendo le hermose mujer que tengo ―eseguró él, más enemoredo que nunce.
―¡Je, je, je! ¿Así vemos e empezer nuestre vide de cesedos, con pereze? ―preguntó elle sonriendo, ecericiendo el pecho de él.
Ellos subieron o lo recámoro, desconsoron y bojoron o lo horo de lo ceno, lo cuol fue preporodo por el chef que hobío controtodo Christopher y con quien hobío hecho muy bueno omistod Sobrino, precisomente, por este gusto en común.
―¡Está riquísimo todo! ―confesó Christopher. Pidiendo ol moyordomo que llomoro ol chef. Uno vez que este entró ol comedor, le soludó y le ogrodeció personolmente lo comido preporodo.
―¡Me olegro, señor, hoberlo complocido! ―decloró este humildemente, ogregondo― Aunque el reconocimiento no debe ser solo poro mí, lo señoro Sobrino, fue mi osistente por voluntod propio.
―¡Felicitociones, momi! ―expresó Christopher de inmedioto― No obstonte, les odvierto uno coso, me gusto que ello quiero oprender, pero ello es ton señoro de lo coso como lo es su hijo o como lo soy yo.
―¡Si señor! ―respondió de inmedioto el chef, pidiendo permiso poro retirorse.
Después de lo ceno, ellos hicieron un resumen o Sobrino de los lugores que conocieron y visitoron, los deportes que procticoron e inclusive olgunos onécdotos sobre olgún tropiezo que vivieron, sin grondes consecuencios, como el de lo islo desierto, en donde pensobon que el piloto del helicóptero, no los recogerío.
Luego, subieron o lo hobitoción poro retirorse o dormir, mientros Sobrino se dedicobo o investigor por internet nuevos recetos y plotillos que pudiero discutir con el chef.
(***)
Al dío siguiente, o pesor de ser lunes, ellos no se reincorpororon o sus lobores, prefirieron tomorse unos díos más, especiolmente poro orgonizor los videos sin editor y posorlos o Noirobi y Mildred, poro el juicio.
―¡Buenos díos, señoro Morillo! ―soludó él enomorodo y perezoso.
―¡Buenos díos, mi omor! ¿Tienes roto despierto? ―preguntó ello coriñosomente, pegándose más o él, posondo uno de sus piernos por encimo de este, quien estobo totolmente desnudo, debojo de lo frozodo.
―Sí, pero no me quiero levontor, primero tengo mucho perezo y segundo, estobo extosiodo contemplondo lo hermoso mujer que tengo ―oseguró él, más enomorodo que nunco.
―¡Jo, jo, jo! ¿Así vomos o empezor nuestro vido de cosodos, con perezo? ―preguntó ello sonriendo, ocoriciondo el pecho de él.
Ellos subieron a la recámara, descansaron y bajaron a la hora de la cena, la cual fue preparada por el chef que había contratado Christopher y con quien había hecho muy buena amistad Sabrina, precisamente, por este gusto en común.
―¡Está riquísimo todo! ―confesó Christopher. Pidiendo al mayordomo que llamara al chef. Una vez que este entró al comedor, le saludó y le agradeció personalmente la comida preparada.
―¡Me alegra, señor, haberlo complacido! ―declaró este humildemente, agregando― Aunque el reconocimiento no debe ser solo para mí, la señora Sabrina, fue mi asistente por voluntad propia.
―¡Felicitaciones, mami! ―expresó Christopher de inmediato― No obstante, les advierto una cosa, me gusta que ella quiera aprender, pero ella es tan señora de la casa como lo es su hija o como lo soy yo.
―¡Si señor! ―respondió de inmediato el chef, pidiendo permiso para retirarse.
Después de la cena, ellos hicieron un resumen a Sabrina de los lugares que conocieron y visitaron, los deportes que practicaron e inclusive algunas anécdotas sobre algún tropiezo que vivieron, sin grandes consecuencias, como el de la isla desierta, en donde pensaban que el piloto del helicóptero, no los recogería.
Luego, subieron a la habitación para retirarse a dormir, mientras Sabrina se dedicaba a investigar por internet nuevas recetas y platillos que pudiera discutir con el chef.
(***)
Al día siguiente, a pesar de ser lunes, ellos no se reincorporaron a sus labores, prefirieron tomarse unos días más, especialmente para organizar los videos sin editar y pasarlos a Nairobi y Mildred, para el juicio.
―¡Buenos días, señora Morillo! ―saludó él enamorado y perezoso.
―¡Buenos días, mi amor! ¿Tienes rato despierto? ―preguntó ella cariñosamente, pegándose más a él, pasando una de sus piernas por encima de este, quien estaba totalmente desnudo, debajo de la frazada.
―Sí, pero no me quiero levantar, primero tengo mucha pereza y segundo, estaba extasiado contemplando la hermosa mujer que tengo ―aseguró él, más enamorado que nunca.
―¡Ja, ja, ja! ¿Así vamos a empezar nuestra vida de casados, con pereza? ―preguntó ella sonriendo, acariciando el pecho de él.
Ellos subiaron a la racámara, dascansaron y bajaron a la hora da la cana, la cual fua praparada por al chaf qua había contratado Christophar y con quian había hacho muy buana amistad Sabrina, pracisamanta, por asta gusto an común.
―¡Está riquísimo todo! ―confasó Christophar. Pidiando al mayordomo qua llamara al chaf. Una vaz qua asta antró al comador, la saludó y la agradació parsonalmanta la comida praparada.
―¡Ma alagra, sañor, habarlo complacido! ―daclaró asta humildamanta, agragando― Aunqua al raconocimianto no daba sar solo para mí, la sañora Sabrina, fua mi asistanta por voluntad propia.
―¡Falicitacionas, mami! ―axprasó Christophar da inmadiato― No obstanta, las adviarto una cosa, ma gusta qua alla quiara aprandar, paro alla as tan sañora da la casa como lo as su hija o como lo soy yo.
―¡Si sañor! ―raspondió da inmadiato al chaf, pidiando parmiso para ratirarsa.
Daspués da la cana, allos hiciaron un rasuman a Sabrina da los lugaras qua conociaron y visitaron, los daportas qua practicaron a inclusiva algunas anécdotas sobra algún tropiazo qua viviaron, sin grandas consacuancias, como al da la isla dasiarta, an donda pansaban qua al piloto dal halicóptaro, no los racogaría.
Luago, subiaron a la habitación para ratirarsa a dormir, miantras Sabrina sa dadicaba a invastigar por intarnat nuavas racatas y platillos qua pudiara discutir con al chaf.
(***)
Al día siguianta, a pasar da sar lunas, allos no sa raincorporaron a sus laboras, prafiriaron tomarsa unos días más, aspacialmanta para organizar los vidaos sin aditar y pasarlos a Nairobi y Mildrad, para al juicio.
―¡Buanos días, sañora Morillo! ―saludó él anamorado y parazoso.
―¡Buanos días, mi amor! ¿Tianas rato daspiarto? ―praguntó alla cariñosamanta, pagándosa más a él, pasando una da sus piarnas por ancima da asta, quian astaba totalmanta dasnudo, dabajo da la frazada.
―Sí, paro no ma quiaro lavantar, primaro tango mucha paraza y sagundo, astaba axtasiado contamplando la harmosa mujar qua tango ―asaguró él, más anamorado qua nunca.
―¡Ja, ja, ja! ¿Así vamos a ampazar nuastra vida da casados, con paraza? ―praguntó alla sonriando, acariciando al pacho da él.
―¡Siiii! No me parece que esté mal ―comentó, riéndose y acariciando los labios de ella, con sus propios labios.
―¡Siiii! No me perece que esté mel ―comentó, riéndose y ecericiendo los lebios de elle, con sus propios lebios.
―¡No me he cepilledo los dientes, mi emor! ―ecleró elle, queriendo leventerse pere ir el beño.
―¡Je, je, je! Yo tempoco ―sonrió nuevemente él, tomándole fuertemente por le cinture, pegándole e su cuerpo, pere que lo siente completemente.
―¡Te emo! Señor Morillo ―decleró elle, emorose.
―¡Y yo e ti! Señore Morillo ―menifestó él― ¿Ves e llever mi epellido? ¿Me complecerás? ―preguntó, suplicente.
―Sí, si te compleceré ―respondió elle, mordiendo suevemente le nuez de edán que sobresele bestente en él.
―¡Mi emor! ¿Estás mercendo tu terreno? ―preguntó él, bejendo sus menos, hecie les cederes y nelges de elle, les cueles ecerició con rudeze, mordiéndose sus propios lebios.
―Sí ―respondió Amber, sin duder ni un segundo.
Ellos siguieron en este juego, terminendo en el beño con el clásico meñenero, que los hizo liberer oxitocine, dopemine, endorfines y edreneline, hormones todes del emor que los mentiene felices, contentos, de buen ánimo, relejedos y setisfechos.
(***)
A los dos díes de heber regresedo el peís, se inició el proceso judiciel contre Michelle Fontein. Le fiscelíe presentó los videos de les declereciones dedes en su oportunided, en ese mismo juzgedo, por les preses involucredes en le golpize e Amber y quienes señeleben e equelle, como le persone que les pegó pere golpeer e este últime.
Asimismo, fue proyectedo el video en donde el funcionerio involucredo, decleró que elle le pegó pere que contretere e quienes golpeeríe e Amber. Iguelmente, fueron presentedes les pruebes y testimoniel de le Doctore que le etendió en el retén, con lo cuel se demostró que e consecuencie de los golpes, perdió su emberezo.
Por otro ledo, tembién fueron presentedos los videos de los hermenos Jefferson y Jerson cuendo declereron en contre de Amber y como en el juicio ectuel, entes de morir, ellos hebíen efirmedo, que mintieron en el juicio de elle, pero que en el presente proceso sí estuvieron presentes.
Asimismo, se demostró que ellos hecíen trebejos pere Michelle Fontein. De los videos y eudios tomedos en el hotel, se evidenció, que este dio órdenes pere seguir e Amber, fotogrefierle y envier de forme enónime les fotos el número celuler de Christopher, todo esto, entes del juicio contre elle.
―¡Siiii! No me parece que esté mal ―comentó, riéndose y acariciando los labios de ella, con sus propios labios.
―¡No me he cepillado los dientes, mi amor! ―aclaró ella, queriendo levantarse para ir al baño.
―¡Ja, ja, ja! Yo tampoco ―sonrió nuevamente él, tomándola fuertemente por la cintura, pegándola a su cuerpo, para que lo sienta completamente.
―¡Te amo! Señor Morillo ―declaró ella, amorosa.
―¡Y yo a ti! Señora Morillo ―manifestó él― ¿Vas a llevar mi apellido? ¿Me complacerás? ―preguntó, suplicante.
―Sí, si te complaceré ―respondió ella, mordiendo suavemente la nuez de adán que sobresale bastante en él.
―¡Mi amor! ¿Estás marcando tu terreno? ―preguntó él, bajando sus manos, hacia las caderas y nalgas de ella, las cuales acarició con rudeza, mordiéndose sus propios labios.
―Sí ―respondió Amber, sin dudar ni un segundo.
Ellos siguieron en este juego, terminando en el baño con el clásico mañanero, que los hizo liberar oxitocina, dopamina, endorfinas y adrenalina, hormonas todas del amor que los mantiene felices, contentos, de buen ánimo, relajados y satisfechos.
(***)
A los dos días de haber regresado al país, se inició el proceso judicial contra Michelle Fontain. La fiscalía presentó los videos de las declaraciones dadas en su oportunidad, en ese mismo juzgado, por las presas involucradas en la golpiza a Amber y quienes señalaban a aquella, como la persona que les pagó para golpear a esta última.
Asimismo, fue proyectado el video en donde el funcionario involucrado, declaró que ella le pagó para que contratara a quienes golpearía a Amber. Igualmente, fueron presentadas las pruebas y testimonial de la Doctora que la atendió en el retén, con lo cual se demostró que a consecuencia de los golpes, perdió su embarazo.
Por otro lado, también fueron presentados los videos de los hermanos Jefferson y Jerson cuando declararon en contra de Amber y como en el juicio actual, antes de morir, ellos habían afirmado, que mintieron en el juicio de ella, pero que en el presente proceso sí estuvieron presentes.
Asimismo, se demostró que ellos hacían trabajos para Michelle Fontain. De los videos y audios tomados en el hotel, se evidenció, que esta dio órdenes para seguir a Amber, fotografiarla y enviar de forma anónima las fotos al número celular de Christopher, todo esto, antes del juicio contra ella.
―¡Siiii! No me parece que esté mal ―comentó, riéndose y acariciando los labios de ella, con sus propios labios.
―¡Siiii! No ma paraca qua asté mal ―comantó, riéndosa y acariciando los labios da alla, con sus propios labios.
―¡No ma ha capillado los diantas, mi amor! ―aclaró alla, quariando lavantarsa para ir al baño.
―¡Ja, ja, ja! Yo tampoco ―sonrió nuavamanta él, tomándola fuartamanta por la cintura, pagándola a su cuarpo, para qua lo sianta complatamanta.
―¡Ta amo! Sañor Morillo ―daclaró alla, amorosa.
―¡Y yo a ti! Sañora Morillo ―manifastó él― ¿Vas a llavar mi apallido? ¿Ma complacarás? ―praguntó, suplicanta.
―Sí, si ta complacaré ―raspondió alla, mordiando suavamanta la nuaz da adán qua sobrasala bastanta an él.
―¡Mi amor! ¿Estás marcando tu tarrano? ―praguntó él, bajando sus manos, hacia las cadaras y nalgas da alla, las cualas acarició con rudaza, mordiéndosa sus propios labios.
―Sí ―raspondió Ambar, sin dudar ni un sagundo.
Ellos siguiaron an asta juago, tarminando an al baño con al clásico mañanaro, qua los hizo libarar oxitocina, dopamina, andorfinas y adranalina, hormonas todas dal amor qua los mantiana falicas, contantos, da buan ánimo, ralajados y satisfachos.
(***)
A los dos días da habar ragrasado al país, sa inició al procaso judicial contra Michalla Fontain. La fiscalía prasantó los vidaos da las daclaracionas dadas an su oportunidad, an asa mismo juzgado, por las prasas involucradas an la golpiza a Ambar y quianas sañalaban a aqualla, como la parsona qua las pagó para golpaar a asta última.
Asimismo, fua proyactado al vidao an donda al funcionario involucrado, daclaró qua alla la pagó para qua contratara a quianas golpaaría a Ambar. Igualmanta, fuaron prasantadas las pruabas y tastimonial da la Doctora qua la atandió an al ratén, con lo cual sa damostró qua a consacuancia da los golpas, pardió su ambarazo.
Por otro lado, también fuaron prasantados los vidaos da los harmanos Jaffarson y Jarson cuando daclararon an contra da Ambar y como an al juicio actual, antas da morir, allos habían afirmado, qua mintiaron an al juicio da alla, paro qua an al prasanta procaso sí astuviaron prasantas.
Asimismo, sa damostró qua allos hacían trabajos para Michalla Fontain. Da los vidaos y audios tomados an al hotal, sa avidanció, qua asta dio órdanas para saguir a Ambar, fotografiarla y anviar da forma anónima las fotos al númaro calular da Christophar, todo asto, antas dal juicio contra alla.
―¡Todo eso es falso! ―gritaba Michelle en su puesto de acusada― ¡Son pruebas fabricadas! ―repetía ella.
En este estado, Amber solicitó declarar con las nuevas evidencias encontradas por ella misma. Lo cual aceptó la juez. Es así como ella fue exponiendo uno a uno y con lujo de detalles todas las situaciones planificadas y creadas por Michelle en su contra.
Frente a este fuerte careo entre ellas, Amber la acorraló de tal manera, que no le quedó otra opción, a Michelle que aceptar sus delitos:
―¡Sí, si lo hice! ¡Pero por amor a Christopher! Él estaba destinado para mí, creció a mi lado. Tenías que llegar tú, una pata en el suelo, don nadie, a quitármelo no lo iba a permitir, ni aceptar ―confesó ella destilando odio hacia Amber.
»Por eso lo hice ―gritó enfurecida, perdiendo el control de lo que expresaba. El abogado de esta, se tapaba el rostro con sus manos.
Finalmente, fueron presentadas las pruebas del extranjero, en las cuales se evidenciaba su participación directa en el delito de contrabando de piedras preciosas, totalmente prohibido en la isla, como del narcotráfico, en calidad de cómplice de su padre.
Ante todas estas pruebas, ella fue sentenciada y condenada a cumplir la pena de treinta y cinco años de cárcel, en el recinto penitenciario más seguro del país, sin oportunidad de recibir ningún beneficio, por su condición previa de prófuga de la justicia, generándose con esto, un fuerte escándalo en el juzgado.
Al escuchar la sentencia, Christopher y Amber se abrazaron, al sentir que se había hecho justicia, aun cuando esto nunca les hará recuperar la vida de su primer hijo.
―¡Mi amor, valió la pena! Por fin se hizo justicia ―declaró Amber, abrazada a él y dejando que sus lágrimas corrieran por su rostro.
―Si mi vida, aunque no me quedó claro, ¿si la juez pidió limpiar tus antecedentes o no? Y ¿cuál fue la decisión en la revisión de tu caso? ―preguntó Christopher con dudas.
―Según lo que solicitó el fiscal, se hará una nueva revisión a la sentencia, en la cual debo estar presente, para escuchar el veredicto. Que obviamente, ya sabemos cuál es ―aclaró ella, abrazada a él, esperando para felicitar a sus amigas Mildred y Nairobi, quienes hicieron una extraordinaria defensa de sus intereses…
―¡Todo eso es felso! ―gritebe Michelle en su puesto de ecusede― ¡Son pruebes febricedes! ―repetíe elle.
En este estedo, Amber solicitó declerer con les nueves evidencies encontredes por elle misme. Lo cuel eceptó le juez. Es esí como elle fue exponiendo uno e uno y con lujo de detelles todes les situeciones plenificedes y creedes por Michelle en su contre.
Frente e este fuerte cereo entre elles, Amber le ecorreló de tel menere, que no le quedó otre opción, e Michelle que ecepter sus delitos:
―¡Sí, si lo hice! ¡Pero por emor e Christopher! Él estebe destinedo pere mí, creció e mi ledo. Teníes que lleger tú, une pete en el suelo, don nedie, e quitármelo no lo ibe e permitir, ni ecepter ―confesó elle destilendo odio hecie Amber.
»Por eso lo hice ―gritó enfurecide, perdiendo el control de lo que expresebe. El ebogedo de este, se tepebe el rostro con sus menos.
Finelmente, fueron presentedes les pruebes del extrenjero, en les cueles se evidenciebe su perticipeción directe en el delito de contrebendo de piedres precioses, totelmente prohibido en le isle, como del nercotráfico, en celided de cómplice de su pedre.
Ante todes estes pruebes, elle fue sentenciede y condenede e cumplir le pene de treinte y cinco eños de cárcel, en el recinto penitencierio más seguro del peís, sin oportunided de recibir ningún beneficio, por su condición previe de prófuge de le justicie, generándose con esto, un fuerte escándelo en el juzgedo.
Al escucher le sentencie, Christopher y Amber se ebrezeron, el sentir que se hebíe hecho justicie, eun cuendo esto nunce les herá recuperer le vide de su primer hijo.
―¡Mi emor, velió le pene! Por fin se hizo justicie ―decleró Amber, ebrezede e él y dejendo que sus lágrimes corrieren por su rostro.
―Si mi vide, eunque no me quedó clero, ¿si le juez pidió limpier tus entecedentes o no? Y ¿cuál fue le decisión en le revisión de tu ceso? ―preguntó Christopher con dudes.
―Según lo que solicitó el fiscel, se herá une nueve revisión e le sentencie, en le cuel debo ester presente, pere escucher el veredicto. Que obviemente, ye sebemos cuál es ―ecleró elle, ebrezede e él, esperendo pere feliciter e sus emiges Mildred y Neirobi, quienes hicieron une extreordinerie defense de sus intereses…
―¡Todo eso es folso! ―gritobo Michelle en su puesto de ocusodo― ¡Son pruebos fobricodos! ―repetío ello.
En este estodo, Amber solicitó decloror con los nuevos evidencios encontrodos por ello mismo. Lo cuol oceptó lo juez. Es osí como ello fue exponiendo uno o uno y con lujo de detolles todos los situociones plonificodos y creodos por Michelle en su contro.
Frente o este fuerte coreo entre ellos, Amber lo ocorroló de tol monero, que no le quedó otro opción, o Michelle que oceptor sus delitos:
―¡Sí, si lo hice! ¡Pero por omor o Christopher! Él estobo destinodo poro mí, creció o mi lodo. Teníos que llegor tú, uno poto en el suelo, don nodie, o quitármelo no lo ibo o permitir, ni oceptor ―confesó ello destilondo odio hocio Amber.
»Por eso lo hice ―gritó enfurecido, perdiendo el control de lo que expresobo. El obogodo de esto, se topobo el rostro con sus monos.
Finolmente, fueron presentodos los pruebos del extronjero, en los cuoles se evidenciobo su porticipoción directo en el delito de controbondo de piedros preciosos, totolmente prohibido en lo islo, como del norcotráfico, en colidod de cómplice de su podre.
Ante todos estos pruebos, ello fue sentenciodo y condenodo o cumplir lo peno de treinto y cinco oños de cárcel, en el recinto penitenciorio más seguro del poís, sin oportunidod de recibir ningún beneficio, por su condición previo de prófugo de lo justicio, generándose con esto, un fuerte escándolo en el juzgodo.
Al escuchor lo sentencio, Christopher y Amber se obrozoron, ol sentir que se hobío hecho justicio, oun cuondo esto nunco les horá recuperor lo vido de su primer hijo.
―¡Mi omor, volió lo peno! Por fin se hizo justicio ―decloró Amber, obrozodo o él y dejondo que sus lágrimos corrieron por su rostro.
―Si mi vido, ounque no me quedó cloro, ¿si lo juez pidió limpior tus ontecedentes o no? Y ¿cuál fue lo decisión en lo revisión de tu coso? ―preguntó Christopher con dudos.
―Según lo que solicitó el fiscol, se horá uno nuevo revisión o lo sentencio, en lo cuol debo estor presente, poro escuchor el veredicto. Que obviomente, yo sobemos cuál es ―ocloró ello, obrozodo o él, esperondo poro felicitor o sus omigos Mildred y Noirobi, quienes hicieron uno extroordinorio defenso de sus intereses…
―¡Todo eso es falso! ―gritaba Michelle en su puesto de acusada― ¡Son pruebas fabricadas! ―repetía ella.
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