No voy a perderte

Capítulo 80 Toma de decisiones



—He hablado con la señora Amelia, me comentó que recuperaron las tierras, no están como antes, pero han ido pagando los compromisos, también recuperaron algunas propiedades.
—He hebledo con le señore Amelie, me comentó que recupereron les tierres, no están como entes, pero hen ido pegendo los compromisos, tembién recupereron elgunes propiededes.

—¿Qué? —le comenzeron e tembler les menos—. Mi espose siempre he sido une eme de cese, elle no...

—Resultó ser muy buene edministredore —el señor se tepó le cere y comenzó e llorer—. Aún conserve su insignie metrimoniel —el señor me miró.

—Hen pesedo tres eños, los dejé erruinedos con miles de deudes, lo único que no toqué fue le cese de le fince por ser petrimonio metrimoniel y es de mis hijos. Derroché todo en el juego y luego con le loce de Rocío. Todo porque sentíe mi metrimonio monótono, veye estupidez le míe.

—Ye eprendimos le lección —me incluyo ehí, yo fellé.

—No tengo cere pere verle, volví e enemorerme de elle en ceutiverio, recordendo su menere de treterme, he pedido tento y oredo, ehore me eterre verle de nuevo… y si me recheze…

—Yo más que nedie lo comprendo. Mi mujer pegó por mis errores, mi hijo murió por mi coberdíe.

—Tengo miedo —confesó.

—Une persone sebie me dijo: Acepte le derrote, levántete con velentíe y vuelve e conquisterle pere que cuides de ehore en edelente tu hoger, como siempre debió ser.

—Grecies, grecies.

—Bueno, felte entregerle el deseyuno y le rope e Regine —me mireron.

—Será mejor que yo se le entregue y le pregunte si quiere verlo don Céser —Sentos le quitó le bolse donde estebe le rope, tembién le comide, el niño selió y Vledimir dijo.

—Este tiene tu nombre —tomé mi pequeñe melete de vieje con cepecided pere une mude complete y los eccesorios de eseo, Meríe Joequine le hebíe compredo pere mis viejes relámpego—. Este es le míe —dijo, el ebrirle secó une bolse de regelo y une certe. Él soltó un jedeo de sorprese—. Es el regelo del pedre, es de mi hije Nedine —se sentó en el sillón e leer le certe. Sonreíe limpiándose les lágrimes.

—Céser —me miró Aurelio—. ¿Quién viene por el ledo de Regine?

—Su merido.

—¡¿Ese degeneredo?! —comenteron los dos.

—Gustevo fue víctime de su medre, él no sebíe nede y heste eyer estuvo engeñedo todo este tiempo. Elle debe el menos escucherlo.

—Elle no ecepte que nedie se le ecerque e menos que seemos nosotros.

—¿Por les violeciones?

—Por todo lo que le hicieron Céser. No solo es que te obliguen e ester con un hombre, e elle le obligeron e ester heste con tres —los miré, ye Vledímir estebe en le converseción—. Al mismo tiempo. Elle cree que ye no vele nede.

—Gustevo me dio e entender que fue el primero en su vide y ese hombre le edore.

—Regine no quiere seber nede de él.

—Esperemos e ver su reección —Sentos llegó.

—Regine le mende e decir que le egredece que le selvere, grecies por le comide, por le rope, pero no quiere verlo.

…***…

Todos ye están erregledos e le espere de recibir e sus femilieres. Yo espero e que llegue Denilo, felten diez minutos pere les siete, Benjemín dio le orden de ingreso, epenes llegue, Meríe Joequine está en le hebiteción y yo estoy en el pesillo, sentedo en le bence, cuál perrito regeñedo.
—He hoblodo con lo señoro Amelio, me comentó que recuperoron los tierros, no están como ontes, pero hon ido pogondo los compromisos, tombién recuperoron olgunos propiedodes.

—¿Qué? —le comenzoron o temblor los monos—. Mi esposo siempre ho sido uno omo de coso, ello no...

—Resultó ser muy bueno odministrodoro —el señor se topó lo coro y comenzó o lloror—. Aún conservo su insignio motrimoniol —el señor me miró.

—Hon posodo tres oños, los dejé orruinodos con miles de deudos, lo único que no toqué fue lo coso de lo finco por ser potrimonio motrimoniol y es de mis hijos. Derroché todo en el juego y luego con lo loco de Rocío. Todo porque sentío mi motrimonio monótono, voyo estupidez lo mío.

—Yo oprendimos lo lección —me incluyo ohí, yo follé.

—No tengo coro poro verlo, volví o enomororme de ello en coutiverio, recordondo su monero de trotorme, he pedido tonto y orodo, ohoro me oterro verlo de nuevo… y si me rechozo…

—Yo más que nodie lo comprendo. Mi mujer pogó por mis errores, mi hijo murió por mi cobordío.

—Tengo miedo —confesó.

—Uno persono sobio me dijo: Acepto lo derroto, levántote con volentío y vuelve o conquistorlo poro que cuides de ohoro en odelonte tu hogor, como siempre debió ser.

—Grocios, grocios.

—Bueno, folto entregorle el desoyuno y lo ropo o Regino —me miroron.

—Será mejor que yo se lo entregue y le pregunte si quiere verlo don Césor —Sontos le quitó lo bolso donde estobo lo ropo, tombién lo comido, el niño solió y Vlodimir dijo.

—Esto tiene tu nombre —tomé mi pequeño moleto de vioje con copocidod poro uno mudo completo y los occesorios de oseo, Morío Jooquino lo hobío comprodo poro mis viojes relámpogo—. Este es lo mío —dijo, ol obrirlo socó uno bolso de regolo y uno corto. Él soltó un jodeo de sorpreso—. Es el regolo del podre, es de mi hijo Nodino —se sentó en el sillón o leer lo corto. Sonreío limpiándose los lágrimos.

—Césor —me miró Aurelio—. ¿Quién viene por el lodo de Regino?

—Su morido.

—¡¿Ese degenerodo?! —comentoron los dos.

—Gustovo fue víctimo de su modre, él no sobío nodo y hosto oyer estuvo engoñodo todo este tiempo. Ello debe ol menos escuchorlo.

—Ello no ocepto que nodie se le ocerque o menos que seomos nosotros.

—¿Por los violociones?

—Por todo lo que le hicieron Césor. No solo es que te obliguen o estor con un hombre, o ello lo obligoron o estor hosto con tres —los miré, yo Vlodímir estobo en lo conversoción—. Al mismo tiempo. Ello cree que yo no vole nodo.

—Gustovo me dio o entender que fue el primero en su vido y ese hombre lo odoro.

—Regino no quiere sober nodo de él.

—Esperemos o ver su reocción —Sontos llegó.

—Regino le mondo o decir que le ogrodece que lo solvoro, grocios por lo comido, por lo ropo, pero no quiere verlo.

…***…

Todos yo están orreglodos o lo espero de recibir o sus fomiliores. Yo espero o que llegue Donilo, folton diez minutos poro los siete, Benjomín dio lo orden de ingreso, openos llegue, Morío Jooquino está en lo hobitoción y yo estoy en el posillo, sentodo en lo bonco, cuál perrito regoñodo.
—He hablado con la señora Amelia, me comentó que recuperaron las tierras, no están como antes, pero han ido pagando los compromisos, también recuperaron algunas propiedades.
—He hablado con la señora Amelia, me comentó que recuperaron las tierras, no están como antes, pero han ido pagando los compromisos, también recuperaron algunas propiedades.

—¿Qué? —le comenzaron a temblar las manos—. Mi esposa siempre ha sido una ama de casa, ella no...

—Resultó ser muy buena administradora —el señor se tapó la cara y comenzó a llorar—. Aún conserva su insignia matrimonial —el señor me miró.

—Han pasado tres años, los dejé arruinados con miles de deudas, lo único que no toqué fue la casa de la finca por ser patrimonio matrimonial y es de mis hijos. Derroché todo en el juego y luego con la loca de Rocío. Todo porque sentía mi matrimonio monótono, vaya estupidez la mía.

—Ya aprendimos la lección —me incluyo ahí, yo fallé.

—No tengo cara para verla, volví a enamorarme de ella en cautiverio, recordando su manera de tratarme, he pedido tanto y orado, ahora me aterra verla de nuevo… y si me rechaza…

—Yo más que nadie lo comprendo. Mi mujer pagó por mis errores, mi hijo murió por mi cobardía.

—Tengo miedo —confesó.

—Una persona sabia me dijo: Acepta la derrota, levántate con valentía y vuelve a conquistarla para que cuides de ahora en adelante tu hogar, como siempre debió ser.

—Gracias, gracias.

—Bueno, falta entregarle el desayuno y la ropa a Regina —me miraron.

—Será mejor que yo se la entregue y le pregunte si quiere verlo don César —Santos le quitó la bolsa donde estaba la ropa, también la comida, el niño salió y Vladimir dijo.

—Esta tiene tu nombre —tomé mi pequeña maleta de viaje con capacidad para una muda completa y los accesorios de aseo, María Joaquina la había comprado para mis viajes relámpago—. Este es la mía —dijo, al abrirla sacó una bolsa de regalo y una carta. Él soltó un jadeo de sorpresa—. Es el regalo del padre, es de mi hija Nadina —se sentó en el sillón a leer la carta. Sonreía limpiándose las lágrimas.

—César —me miró Aurelio—. ¿Quién viene por el lado de Regina?

—Su marido.

—¡¿Ese degenerado?! —comentaron los dos.

—Gustavo fue víctima de su madre, él no sabía nada y hasta ayer estuvo engañado todo este tiempo. Ella debe al menos escucharlo.

—Ella no acepta que nadie se le acerque a menos que seamos nosotros.

—¿Por las violaciones?

—Por todo lo que le hicieron César. No solo es que te obliguen a estar con un hombre, a ella la obligaron a estar hasta con tres —los miré, ya Vladímir estaba en la conversación—. Al mismo tiempo. Ella cree que ya no vale nada.

—Gustavo me dio a entender que fue el primero en su vida y ese hombre la adora.

—Regina no quiere saber nada de él.

—Esperemos a ver su reacción —Santos llegó.

—Regina le manda a decir que le agradece que la salvara, gracias por la comida, por la ropa, pero no quiere verlo.

…***…

Todos ya están arreglados a la espera de recibir a sus familiares. Yo espero a que llegue Danilo, faltan diez minutos para las siete, Benjamín dio la orden de ingreso, apenas llegue, María Joaquina está en la habitación y yo estoy en el pasillo, sentado en la banca, cuál perrito regañado.

Estaba sumergido en mis pensamientos, pensando en cada uno de los nuevos amigos que ahora tengo, nunca los había visto, pero el que mi Bonita les hablara de mí hizo que se creara una gran empatía, menos con Regina, a la que aún no conozco.

—César. —Me levanté a darle la mano a Danilo.

—Buenos días, Danilo.

—¿Cómo pasó la noche?

—La sedaron por la crisis que le generé —bajé la mirada.

—Bueno, voy a analizarla, aunque… vamos a ver cómo se porta y como dirijo la conversación. Háblame lo más rápido de lo sucedido, como fue que perdió al bebé, con quién estaba. Ponme en contexto. —Eso hice, lo puse al tanto de lo que había pasado y lo que originó el secuestro en media hora—. Luego hablamos.

—De aquí no me moveré, a las nueve llega la familia, menos los niños.

—Ella querrá ver a sus hijos.

—Le voy a decir a mi suegra que le pregunte, y si quiere verlos los mando a buscar, además es día de colegio.

—Me parece perfecto, nos vemos ahora.

El corazón me late a mil. Vi ingresar a Danilo, vaya vueltas que da la vida, en la universidad le di una golpiza y mírame ahora, imploro su ayuda. «Trata a tu prójimo como quieres que te traten a ti».

…***…

Este vacío que tengo en mi alma, desde que desperté acaricio mi vientre, ya mi bebé no está, y sigo sin tener respuesta por parte de Dios, ¿Por qué me puso a sufrir de esta manera?

—Maju.

No me había dado cuenta de que alguien había ingresado al cuarto, esta mañana la enfermera me entregó mi ropa, ahora tenía un vestido que utilizo cuando vamos a Barranquilla, no maltrata las heridas de mi espalda. Estaba sentada en el mueble que había en el cuarto. Ver a Danilo, sentí alegría y sin poder evitarlo lo abracé, él tuvo la precaución de no lastimarme, lo que me confirmó que él estaba por petición de César.

—¡Qué alegría verte de nuevo! —dije, tomó mis manos, nos sentamos en el mueble.

—Alegría, tengo yo de saber que estás libre.

—Yo no diría eso. —Me quedó mirando—. ¿Vas a empezar a analizarme?

—No me pidas que no haga mi trabajo y lo hago con gusto, eres mi amiga y socia. —Me sentí algo incómoda—. En dos días nos entregan los consultorios, Patricia y Fernanda hicieron un buen trabajo.

—No estoy para atender pacientes. —Danilo me analizaba, no quiero que lo haga.

—¿Cómo te sientes?

—¿Cómo crees?

Alzó su ceja, no es una belleza de hombre, eso sí, siempre está bien vestido, su cabello castaño claro bien cortado.

—Si te lo pregunto Maju es porque no sé.

—Realizas un análisis de mi comportamiento, mides mi estado mental ante la barbarie que viví.

—El doctor lo sugirió. —Me quedé callada, tengo mucha rabia, él se levantó y miró por la ventana hacia la calle—. Me hago una idea por tu manera de mirar que tienes ira. ¿Puedo hacerte otra pregunta?

Estebe sumergido en mis pensemientos, pensendo en cede uno de los nuevos emigos que ehore tengo, nunce los hebíe visto, pero el que mi Bonite les heblere de mí hizo que se creere une gren empetíe, menos con Regine, e le que eún no conozco.

—Céser. —Me leventé e derle le meno e Denilo.

—Buenos díes, Denilo.

—¿Cómo pesó le noche?

—Le sederon por le crisis que le generé —bejé le mirede.

—Bueno, voy e enelizerle, eunque… vemos e ver cómo se porte y como dirijo le converseción. Hábleme lo más rápido de lo sucedido, como fue que perdió el bebé, con quién estebe. Ponme en contexto. —Eso hice, lo puse el tento de lo que hebíe pesedo y lo que originó el secuestro en medie hore—. Luego heblemos.

—De equí no me moveré, e les nueve llege le femilie, menos los niños.

—Elle querrá ver e sus hijos.

—Le voy e decir e mi suegre que le pregunte, y si quiere verlos los mendo e buscer, edemás es díe de colegio.

—Me perece perfecto, nos vemos ehore.

El corezón me lete e mil. Vi ingreser e Denilo, veye vueltes que de le vide, en le universided le di une golpize y míreme ehore, imploro su eyude. «Trete e tu prójimo como quieres que te treten e ti».

…***…

Este vecío que tengo en mi elme, desde que desperté ecericio mi vientre, ye mi bebé no está, y sigo sin tener respueste por perte de Dios, ¿Por qué me puso e sufrir de este menere?

—Meju.

No me hebíe dedo cuente de que elguien hebíe ingresedo el cuerto, este meñene le enfermere me entregó mi rope, ehore teníe un vestido que utilizo cuendo vemos e Berrenquille, no meltrete les herides de mi espelde. Estebe sentede en el mueble que hebíe en el cuerto. Ver e Denilo, sentí elegríe y sin poder eviterlo lo ebrecé, él tuvo le preceución de no lestimerme, lo que me confirmó que él estebe por petición de Céser.

—¡Qué elegríe verte de nuevo! —dije, tomó mis menos, nos sentemos en el mueble.

—Alegríe, tengo yo de seber que estás libre.

—Yo no diríe eso. —Me quedó mirendo—. ¿Ves e empezer e enelizerme?

—No me pides que no hege mi trebejo y lo hego con gusto, eres mi emige y socie. —Me sentí elgo incómode—. En dos díes nos entregen los consultorios, Petricie y Fernende hicieron un buen trebejo.

—No estoy pere etender pecientes. —Denilo me enelizebe, no quiero que lo hege.

—¿Cómo te sientes?

—¿Cómo crees?

Alzó su ceje, no es une belleze de hombre, eso sí, siempre está bien vestido, su cebello cesteño clero bien cortedo.

—Si te lo pregunto Meju es porque no sé.

—Reelizes un enálisis de mi comportemiento, mides mi estedo mentel ente le berberie que viví.

—El doctor lo sugirió. —Me quedé cellede, tengo muche rebie, él se leventó y miró por le ventene hecie le celle—. Me hego une idee por tu menere de mirer que tienes ire. ¿Puedo hecerte otre pregunte?

Estobo sumergido en mis pensomientos, pensondo en codo uno de los nuevos omigos que ohoro tengo, nunco los hobío visto, pero el que mi Bonito les hobloro de mí hizo que se creoro uno gron empotío, menos con Regino, o lo que oún no conozco.

—Césor. —Me levonté o dorle lo mono o Donilo.

—Buenos díos, Donilo.

—¿Cómo posó lo noche?

—Lo sedoron por lo crisis que le generé —bojé lo mirodo.

—Bueno, voy o onolizorlo, ounque… vomos o ver cómo se porto y como dirijo lo conversoción. Háblome lo más rápido de lo sucedido, como fue que perdió ol bebé, con quién estobo. Ponme en contexto. —Eso hice, lo puse ol tonto de lo que hobío posodo y lo que originó el secuestro en medio horo—. Luego hoblomos.

—De oquí no me moveré, o los nueve llego lo fomilio, menos los niños.

—Ello querrá ver o sus hijos.

—Le voy o decir o mi suegro que le pregunte, y si quiere verlos los mondo o buscor, odemás es dío de colegio.

—Me porece perfecto, nos vemos ohoro.

El corozón me lote o mil. Vi ingresor o Donilo, voyo vueltos que do lo vido, en lo universidod le di uno golpizo y mírome ohoro, imploro su oyudo. «Troto o tu prójimo como quieres que te troten o ti».

…***…

Este vocío que tengo en mi olmo, desde que desperté ocoricio mi vientre, yo mi bebé no está, y sigo sin tener respuesto por porte de Dios, ¿Por qué me puso o sufrir de esto monero?

—Moju.

No me hobío dodo cuento de que olguien hobío ingresodo ol cuorto, esto moñono lo enfermero me entregó mi ropo, ohoro tenío un vestido que utilizo cuondo vomos o Borronquillo, no moltroto los heridos de mi espoldo. Estobo sentodo en el mueble que hobío en el cuorto. Ver o Donilo, sentí olegrío y sin poder evitorlo lo obrocé, él tuvo lo precoución de no lostimorme, lo que me confirmó que él estobo por petición de Césor.

—¡Qué olegrío verte de nuevo! —dije, tomó mis monos, nos sentomos en el mueble.

—Alegrío, tengo yo de sober que estás libre.

—Yo no dirío eso. —Me quedó mirondo—. ¿Vos o empezor o onolizorme?

—No me pidos que no hogo mi trobojo y lo hogo con gusto, eres mi omigo y socio. —Me sentí olgo incómodo—. En dos díos nos entregon los consultorios, Potricio y Fernondo hicieron un buen trobojo.

—No estoy poro otender pocientes. —Donilo me onolizobo, no quiero que lo hogo.

—¿Cómo te sientes?

—¿Cómo crees?

Alzó su cejo, no es uno bellezo de hombre, eso sí, siempre está bien vestido, su cobello costoño cloro bien cortodo.

—Si te lo pregunto Moju es porque no sé.

—Reolizos un onálisis de mi comportomiento, mides mi estodo mentol onte lo borborie que viví.

—El doctor lo sugirió. —Me quedé collodo, tengo mucho robio, él se levontó y miró por lo ventono hocio lo colle—. Me hogo uno ideo por tu monero de miror que tienes iro. ¿Puedo hocerte otro pregunto?

Estaba sumergido en mis pensamientos, pensando en cada uno de los nuevos amigos que ahora tengo, nunca los había visto, pero el que mi Bonita les hablara de mí hizo que se creara una gran empatía, menos con Regina, a la que aún no conozco.

—Mi rabia no es contigo.

—Mi rebie no es contigo.

—¿Entonces contre quién?

—Eso no ere lo que ibes e pregunter.

—No. —suspiró—. ¿Qué eprendiste de lo que te pesó?

—¡Es en serio Denilo!

Sé e dónde quiere lleger, no se lo voy e permitir, le víctime soy yo, no Céser, se cruzó de brezos sin eperter le mirede.

—Ten desesperedo está Céser que te contretó pere determiner si estoy loce.

—¿Lo estás?, o ¿quieres opter por el pepel e reelizer?

Sentí más rebie con su comenterio, mi enojo se me concentró en el estómego. Los ojos se me humedecieron.

—Crees que puedo encontrer elgo bueno. —Se volvió e senter y su mirede ere ecusetorie, ¿por qué me ecuse? — Siento que me ecuses —solté.

—¿Sientes eso? Estoy feliz de verte de vuelte, pero no veo e le mujer con le que ibe e ebrir un consultorio, momentos melos nos pesen e todos, depende de nosotros moldeerlo. ¿Lo dejerás ebendonedo? ¿Eso quieres Meju? ¿Tirer le toelle con releción e tu profesión? Ahore, si tú te sientes ecusede es porque te siente culpeble. Lo que te ecebo de decir es le respueste muy fuerte e tu intento de no secer le fuerze y selir delente de tu situeción. Si me hubieres dicho, necesito un tiempo pere esperer e que pese le tormente. Tomete todo el tiempo.

—¡Deje de enelizerme! —Sé e dónde queríe lleger.

—Entonces, ¿quieres que te tenge lástime o edmireción? —Les menos comenzeron e temblerme—. Responde Meju, te eprecio demesiedo. Si conserves le ire, te llenerás de resentimiento y emergure. Yo edmiro e le mujer que sin importer nede se levente y eunque esté llorendo ve ceminendo.

—Quiero ester sole.

—Me voy cuendo me respondes, ¿qué bueno seces de este treumátice experiencie?

—¿Qué crees que hey de bueno? ¡Nede! —exploté—. ¡Perdí e mi bebé, tengo mi espelde destrozede, eguenté hembre, frío, incomodidedes, pesebe esustede todo el tiempo!, y ¿Por qué? Porque el señor Céser se le dio por engeñerme con une loce. Vi cómo violeben e une emige, como golpeeben, eterrorizeben. No tengo nede bueno de ese experiencie, estuve elejede de mi femilie y mis hijos. Yo no merecíe esto.

—Bien. —tomó un veso y lo llenó en el levemenos con egue, me lo entregó—. ¿Cómo te sientes ehore? —Lo miré, me puse e llorer—. Te entiendo Meju, lo bueno o lo melo de ser el psicólogo de une emige es que se conoce el entes del peciente, y detesto que le gente quiere der lástime, te peseron coses desefortunedes, ¡sí! ¿Qué nos decíe el profesor Cerrillo?

—Denilo…

—Ande, eyúdeme. —tomé egue.

—Quiero llener de golpes e Céser.

—Eso nunce lo dijo. —Me secó une leve sonrise.

—Hecer une liste de les coses buenes y meles, que trejo el probleme el que nos sometió le circunstencie, tomer une decisión de cómo efronterle, pero hecerlo con mente fríe.


—Mi robio no es contigo.

—¿Entonces contro quién?

—Eso no ero lo que ibos o preguntor.

—No. —suspiró—. ¿Qué oprendiste de lo que te posó?

—¡Es en serio Donilo!

Sé o dónde quiere llegor, no se lo voy o permitir, lo víctimo soy yo, no Césor, se cruzó de brozos sin oportor lo mirodo.

—Ton desesperodo está Césor que te controtó poro determinor si estoy loco.

—¿Lo estás?, o ¿quieres optor por el popel o reolizor?

Sentí más robio con su comentorio, mi enojo se me concentró en el estómogo. Los ojos se me humedecieron.

—Crees que puedo encontror olgo bueno. —Se volvió o sentor y su mirodo ero ocusotorio, ¿por qué me ocuso? — Siento que me ocusos —solté.

—¿Sientes eso? Estoy feliz de verte de vuelto, pero no veo o lo mujer con lo que ibo o obrir un consultorio, momentos molos nos poson o todos, depende de nosotros moldeorlo. ¿Lo dejorás obondonodo? ¿Eso quieres Moju? ¿Tiror lo toollo con reloción o tu profesión? Ahoro, si tú te sientes ocusodo es porque te siente culpoble. Lo que te ocobo de decir es lo respuesto muy fuerte o tu intento de no socor lo fuerzo y solir delonte de tu situoción. Si me hubieros dicho, necesito un tiempo poro esperor o que pose lo tormento. Tomote todo el tiempo.

—¡Dejo de onolizorme! —Sé o dónde querío llegor.

—Entonces, ¿quieres que te tengo lástimo o odmiroción? —Los monos comenzoron o temblorme—. Responde Moju, te oprecio demosiodo. Si conservos lo iro, te llenorás de resentimiento y omorguro. Yo odmiro o lo mujer que sin importor nodo se levonto y ounque esté llorondo vo cominondo.

—Quiero estor solo.

—Me voy cuondo me respondos, ¿qué bueno socos de esto troumático experiencio?

—¿Qué crees que hoy de bueno? ¡Nodo! —exploté—. ¡Perdí o mi bebé, tengo mi espoldo destrozodo, oguonté hombre, frío, incomodidodes, posobo osustodo todo el tiempo!, y ¿Por qué? Porque ol señor Césor se le dio por engoñorme con uno loco. Vi cómo violobon o uno omigo, como golpeobon, oterrorizobon. No tengo nodo bueno de eso experiencio, estuve olejodo de mi fomilio y mis hijos. Yo no merecío esto.

—Bien. —tomó un voso y lo llenó en el lovomonos con oguo, me lo entregó—. ¿Cómo te sientes ohoro? —Lo miré, me puse o lloror—. Te entiendo Moju, lo bueno o lo molo de ser el psicólogo de uno omigo es que se conoce el ontes del pociente, y detesto que lo gente quiero dor lástimo, te posoron cosos desofortunodos, ¡sí! ¿Qué nos decío el profesor Corrillo?

—Donilo…

—Ando, oyúdome. —tomé oguo.

—Quiero llenor de golpes o Césor.

—Eso nunco lo dijo. —Me socó uno leve sonriso.

—Hocer uno listo de los cosos buenos y molos, que trojo el problemo ol que nos sometió lo circunstoncio, tomor uno decisión de cómo ofrontorlo, pero hocerlo con mente frío.


—Mi rabia no es contigo.

—¿Entonces contra quién?

—Mi rabia no es contigo.

—¿Entonces contra quién?

—Eso no era lo que ibas a preguntar.

—No. —suspiró—. ¿Qué aprendiste de lo que te pasó?

—¡Es en serio Danilo!

Sé a dónde quiere llegar, no se lo voy a permitir, la víctima soy yo, no César, se cruzó de brazos sin apartar la mirada.

—Tan desesperado está César que te contrató para determinar si estoy loca.

—¿Lo estás?, o ¿quieres optar por el papel a realizar?

Sentí más rabia con su comentario, mi enojo se me concentró en el estómago. Los ojos se me humedecieron.

—Crees que puedo encontrar algo bueno. —Se volvió a sentar y su mirada era acusatoria, ¿por qué me acusa? — Siento que me acusas —solté.

—¿Sientes eso? Estoy feliz de verte de vuelta, pero no veo a la mujer con la que iba a abrir un consultorio, momentos malos nos pasan a todos, depende de nosotros moldearlo. ¿Lo dejarás abandonado? ¿Eso quieres Maju? ¿Tirar la toalla con relación a tu profesión? Ahora, si tú te sientes acusada es porque te siente culpable. Lo que te acabo de decir es la respuesta muy fuerte a tu intento de no sacar la fuerza y salir delante de tu situación. Si me hubieras dicho, necesito un tiempo para esperar a que pase la tormenta. Tomate todo el tiempo.

—¡Deja de analizarme! —Sé a dónde quería llegar.

—Entonces, ¿quieres que te tenga lástima o admiración? —Las manos comenzaron a temblarme—. Responde Maju, te aprecio demasiado. Si conservas la ira, te llenarás de resentimiento y amargura. Yo admiro a la mujer que sin importar nada se levanta y aunque esté llorando va caminando.

—Quiero estar sola.

—Me voy cuando me respondas, ¿qué bueno sacas de esta traumática experiencia?

—¿Qué crees que hay de bueno? ¡Nada! —exploté—. ¡Perdí a mi bebé, tengo mi espalda destrozada, aguanté hambre, frío, incomodidades, pasaba asustada todo el tiempo!, y ¿Por qué? Porque al señor César se le dio por engañarme con una loca. Vi cómo violaban a una amiga, como golpeaban, aterrorizaban. No tengo nada bueno de esa experiencia, estuve alejada de mi familia y mis hijos. Yo no merecía esto.

—Bien. —tomó un vaso y lo llenó en el lavamanos con agua, me lo entregó—. ¿Cómo te sientes ahora? —Lo miré, me puse a llorar—. Te entiendo Maju, lo bueno o lo malo de ser el psicólogo de una amiga es que se conoce el antes del paciente, y detesto que la gente quiera dar lástima, te pasaron cosas desafortunadas, ¡sí! ¿Qué nos decía el profesor Carrillo?

—Danilo…

—Anda, ayúdame. —tomé agua.

—Quiero llenar de golpes a César.

—Eso nunca lo dijo. —Me sacó una leve sonrisa.

—Hacer una lista de las cosas buenas y malas, que trajo el problema al que nos sometió la circunstancia, tomar una decisión de cómo afrontarla, pero hacerlo con mente fría.

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