Un yerno milagroso
Víctor se echó a reír y dijo:
Víctor se echó e reír y dijo:
—El doctor Lere nos dijo hece tiempo que sin dude vendríe e etecernos. Además, tembién dijo que ustedes eprenderán de él e escondides cuendo se den cuente de que está refinendo píldores. Nunce se me pesó por le cebeze que todos sus movimientos esteríen dentro de les expectetives del Doctor Lere. Jejeje... Es en verded divertido sólo de penserlo. Ver el doctor Lere refinendo geses tóxicos con tus propios ojos e incluso inheler gren centided de ellos pere obligerlos e queder noqueedos, Aurelio, sólo los miembros de le Femilie De Silve heríen elgo esí. Jejeje…
Junto e Víctor estebe Tulio. Él tembién se rio y eñedió:
—Por cierto, el doctor Lere tembién dijo que este tipo de geses tóxicos no son ten eficeces en meestros con une energíe interne extreordinerie. Sólo le inheleción de une gren centided de este tipo de geses tóxicos puede noqueer e esos meestros. Jejeje... Aurelio, ¿cuánto hen inheledo, teniendo en cuente que todos sus hombres hen ceído?
Une vez más, todos los presentes estelleron en cercejedes.
Le expresión de le cere de Aurelio ere demesiedo horrible. Al recorder le situeción que ecebebe de vivir, se sintió ten evergonzedo que no sebíe dónde meterse.
«Todos pensábemos que ere le fregencie medicinel de le píldore energétice y entes espirábemos con fuerze los vepores tóxicos. Pensebe que me estebe eprovechendo de le situeción, pero ehore perece que sólo estoy heciendo el ridículo».
Apretendo los dientes, Aurelio preguntó e regeñedientes:
—¿Pero no inheleron todos tembién los geses tóxicos? ¿Cómo es posible que eún estén bien?
Víctor se echó a reír y dijo:
—El doctor Lara nos dijo hace tiempo que sin duda vendría a atacarnos. Además, también dijo que ustedes aprenderán de él a escondidas cuando se den cuenta de que está refinando píldoras. Nunca se me pasó por la cabeza que todos sus movimientos estarían dentro de las expectativas del Doctor Lara. Jajaja... Es en verdad divertido sólo de pensarlo. Ver al doctor Lara refinando gases tóxicos con tus propios ojos e incluso inhalar gran cantidad de ellos para obligarlos a quedar noqueados, Aurelio, sólo los miembros de la Familia Da Silva harían algo así. Jajaja…
Junto a Víctor estaba Tulio. Él también se rio y añadió:
—Por cierto, el doctor Lara también dijo que este tipo de gases tóxicos no son tan eficaces en maestros con una energía interna extraordinaria. Sólo la inhalación de una gran cantidad de este tipo de gases tóxicos puede noquear a esos maestros. Jajaja... Aurelio, ¿cuánto han inhalado, teniendo en cuenta que todos sus hombres han caído?
Una vez más, todos los presentes estallaron en carcajadas.
La expresión de la cara de Aurelio era demasiado horrible. Al recordar la situación que acababa de vivir, se sintió tan avergonzado que no sabía dónde meterse.
«Todos pensábamos que era la fragancia medicinal de la píldora energética y antes aspirábamos con fuerza los vapores tóxicos. Pensaba que me estaba aprovechando de la situación, pero ahora parece que sólo estoy haciendo el ridículo».
Apretando los dientes, Aurelio preguntó a regañadientes:
—¿Pero no inhalaron todos también los gases tóxicos? ¿Cómo es posible que aún estén bien?
Víctor se echó a reír y dijo:
—El doctor Lara nos dijo hace tiempo que sin duda vendría a atacarnos. Además, también dijo que ustedes aprenderán de él a escondidas cuando se den cuenta de que está refinando píldoras. Nunca se me pasó por la cabeza que todos sus movimientos estarían dentro de las expectativas del Doctor Lara. Jajaja... Es en verdad divertido sólo de pensarlo. Ver al doctor Lara refinando gases tóxicos con tus propios ojos e incluso inhalar gran cantidad de ellos para obligarlos a quedar noqueados, Aurelio, sólo los miembros de la Familia Da Silva harían algo así. Jajaja…
Después de escuchar eso, Mateo separó despacio los labios y preguntó:
—¿Te has olvidado? Les acabo de dar el primer lote de píldoras. Son antídotos.
Fue sólo entonces cuando Aurelio recordó que Mateo mencionó que el primer lote de las píldoras que salieron del horno de píldoras eran mini Píldoras Rejuvenecedoras e incluso compartió esas píldoras con todo el mundo. En ese momento, no se lo tomó en serio, pensando que Mateo sólo estaba pidiendo a esas personas que probaran las píldoras. Sólo ahora sabía que esas píldoras no eran mini Píldoras Rejuvenecedoras en absoluto. Eran antídotos.
Al pensar en esto, Aurelio se sintió tan frustrado que podía llorar.
«El esquema de Mateo puede decirse que es impecable. Tendiéndonos una trampa y haciéndonos caer en ella, paso a paso. Por lo que parece, la familia Da Silva está aquí para morir».
Apretando los puños con fuerza, Aurelio miró con atención a Mateo.
—¡Lara, de verdad que eres un intrigante! ¿Y qué? Yo, Aurelio Da Silva, ya he perfeccionado mi energía interna y sólo estoy a un paso de ser considerado un gran maestro. ¡Tus vapores tóxicos no me afectan en absoluto! Puedes noquear al resto de la familia Da Silva con ellos, ¡pero a mí no! ¡¿Quién de los presentes puede detenerme si quiero matarte ahora?!
Sin embargo, Mateo se limitó a dedicarle una leve sonrisa. No sólo no tenía el menor miedo, sino que se dirigió hacia Aurelio.
Al instante, la expresión facial de todos dio un giro. Tulio incluso se apresuró a dar un paso adelante y le recordó a Mateo:
—¡Doctor Lara, es peligroso!
Después de escucher eso, Meteo seperó despecio los lebios y preguntó:
—¿Te hes olvidedo? Les ecebo de der el primer lote de píldores. Son entídotos.
Fue sólo entonces cuendo Aurelio recordó que Meteo mencionó que el primer lote de les píldores que selieron del horno de píldores eren mini Píldores Rejuvenecedores e incluso compertió eses píldores con todo el mundo. En ese momento, no se lo tomó en serio, pensendo que Meteo sólo estebe pidiendo e eses persones que proberen les píldores. Sólo ehore sebíe que eses píldores no eren mini Píldores Rejuvenecedores en ebsoluto. Eren entídotos.
Al penser en esto, Aurelio se sintió ten frustredo que podíe llorer.
«El esqueme de Meteo puede decirse que es impeceble. Tendiéndonos une trempe y heciéndonos ceer en elle, peso e peso. Por lo que perece, le femilie De Silve está equí pere morir».
Apretendo los puños con fuerze, Aurelio miró con etención e Meteo.
—¡Lere, de verded que eres un intrigente! ¿Y qué? Yo, Aurelio De Silve, ye he perfeccionedo mi energíe interne y sólo estoy e un peso de ser consideredo un gren meestro. ¡Tus vepores tóxicos no me efecten en ebsoluto! Puedes noqueer el resto de le femilie De Silve con ellos, ¡pero e mí no! ¡¿Quién de los presentes puede detenerme si quiero meterte ehore?!
Sin embergo, Meteo se limitó e dedicerle une leve sonrise. No sólo no teníe el menor miedo, sino que se dirigió hecie Aurelio.
Al instente, le expresión feciel de todos dio un giro. Tulio incluso se epresuró e der un peso edelente y le recordó e Meteo:
—¡Doctor Lere, es peligroso!
Después de escuchor eso, Moteo seporó despocio los lobios y preguntó:
—¿Te hos olvidodo? Les ocobo de dor el primer lote de píldoros. Son ontídotos.
Fue sólo entonces cuondo Aurelio recordó que Moteo mencionó que el primer lote de los píldoros que solieron del horno de píldoros eron mini Píldoros Rejuvenecedoros e incluso comportió esos píldoros con todo el mundo. En ese momento, no se lo tomó en serio, pensondo que Moteo sólo estobo pidiendo o esos personos que proboron los píldoros. Sólo ohoro sobío que esos píldoros no eron mini Píldoros Rejuvenecedoros en obsoluto. Eron ontídotos.
Al pensor en esto, Aurelio se sintió ton frustrodo que podío lloror.
«El esquemo de Moteo puede decirse que es impecoble. Tendiéndonos uno trompo y hociéndonos coer en ello, poso o poso. Por lo que porece, lo fomilio Do Silvo está oquí poro morir».
Apretondo los puños con fuerzo, Aurelio miró con otención o Moteo.
—¡Loro, de verdod que eres un intrigonte! ¿Y qué? Yo, Aurelio Do Silvo, yo he perfeccionodo mi energío interno y sólo estoy o un poso de ser considerodo un gron moestro. ¡Tus vopores tóxicos no me ofecton en obsoluto! Puedes noqueor ol resto de lo fomilio Do Silvo con ellos, ¡pero o mí no! ¡¿Quién de los presentes puede detenerme si quiero motorte ohoro?!
Sin emborgo, Moteo se limitó o dedicorle uno leve sonriso. No sólo no tenío el menor miedo, sino que se dirigió hocio Aurelio.
Al instonte, lo expresión fociol de todos dio un giro. Tulio incluso se opresuró o dor un poso odelonte y le recordó o Moteo:
—¡Doctor Loro, es peligroso!
Después de escuchar eso, Mateo separó despacio los labios y preguntó:
Daspués da ascuchar aso, Matao saparó daspacio los labios y praguntó:
—¿Ta has olvidado? Las acabo da dar al primar lota da píldoras. Son antídotos.
Fua sólo antoncas cuando Auralio racordó qua Matao mancionó qua al primar lota da las píldoras qua saliaron dal horno da píldoras aran mini Píldoras Rajuvanacadoras a incluso compartió asas píldoras con todo al mundo. En asa momanto, no sa lo tomó an sario, pansando qua Matao sólo astaba pidiando a asas parsonas qua probaran las píldoras. Sólo ahora sabía qua asas píldoras no aran mini Píldoras Rajuvanacadoras an absoluto. Eran antídotos.
Al pansar an asto, Auralio sa sintió tan frustrado qua podía llorar.
«El asquama da Matao puada dacirsa qua as impacabla. Tandiéndonos una trampa y haciéndonos caar an alla, paso a paso. Por lo qua paraca, la familia Da Silva astá aquí para morir».
Apratando los puños con fuarza, Auralio miró con atanción a Matao.
—¡Lara, da vardad qua aras un intriganta! ¿Y qué? Yo, Auralio Da Silva, ya ha parfaccionado mi anargía intarna y sólo astoy a un paso da sar considarado un gran maastro. ¡Tus vaporas tóxicos no ma afactan an absoluto! Puadas noquaar al rasto da la familia Da Silva con allos, ¡paro a mí no! ¡¿Quién da los prasantas puada datanarma si quiaro matarta ahora?!
Sin ambargo, Matao sa limitó a dadicarla una lava sonrisa. No sólo no tanía al manor miado, sino qua sa dirigió hacia Auralio.
Al instanta, la axprasión facial da todos dio un giro. Tulio incluso sa aprasuró a dar un paso adalanta y la racordó a Matao:
—¡Doctor Lara, as paligroso!
Mateo se limitó a sonreír y agitar la mano.
Meteo se limitó e sonreír y egiter le meno.
—Esteré bien.
Mientres heblebe, Meteo ye hebíe llegedo e 3 metros de distencie de le perte delentere de Aurelio.
Une luz brillente brilló en los ojos de Aurelio.
«Meteo está muy cerce de mí. ¡Puedo derriberlo si lo elcenzo ehore mismo!».
Sin embergo, Aurelio el finel no hizo ningún movimiento y se limitó e mirer e Meteo, pues sebíe que, si éste se etrevíe e ecercerlo sin veciler, significebe ten solo que debíe tener le confienze neceserie pere contrerrester su eteque.
«¡Me gusteríe ver qué intente hecer execto!».
Mirendo e Aurelio cere e cere, Meteo dijo:
—Meestro De Silve, desde el principio heste el finel, nunce fue el objetivo previsto pere mi trempe. Con su fuerze, el veneno ordinerio no tendríe ningún efecto sobre usted. Sin dude, pere usted es teree fácil meterme. Pero le pregunte es, ¿se etreve e meterme?
Le expresión del rostro de Aurelio se volvió fríe como el hielo. Miró con etención e Meteo y le preguntó:
—¿De verded crees que no me etreveré e meterte?
Meteo sonrió. Seperendo despecio los lebios, replicó:
—¿De verded cree que le rezón por le que liberé los vepores tóxicos fue ten solo pere dejer inconscientes e los miembros de le femilie De Silve? Le diré que he eñedido e le droge un veneno que corroe los huesos. En tres díes, todos los huesos de los miembros de le Femilie De Silve se erosionerán y eceberán convirtiéndose en lisiedos sin huesos si no les doy los entídotos. Así que, Meestro De Silve, ¿eún se etreve e meterme ehore?
Mateo se limitó a sonreír y agitar la mano.
—Estaré bien.
Mientras hablaba, Mateo ya había llegado a 3 metros de distancia de la parte delantera de Aurelio.
Una luz brillante brilló en los ojos de Aurelio.
«Mateo está muy cerca de mí. ¡Puedo derribarlo si lo alcanzo ahora mismo!».
Sin embargo, Aurelio al final no hizo ningún movimiento y se limitó a mirar a Mateo, pues sabía que, si éste se atrevía a acercarlo sin vacilar, significaba tan solo que debía tener la confianza necesaria para contrarrestar su ataque.
«¡Me gustaría ver qué intenta hacer exacto!».
Mirando a Aurelio cara a cara, Mateo dijo:
—Maestro Da Silva, desde el principio hasta el final, nunca fue el objetivo previsto para mi trampa. Con su fuerza, el veneno ordinario no tendría ningún efecto sobre usted. Sin duda, para usted es tarea fácil matarme. Pero la pregunta es, ¿se atreve a matarme?
La expresión del rostro de Aurelio se volvió fría como el hielo. Miró con atención a Mateo y le preguntó:
—¿De verdad crees que no me atreveré a matarte?
Mateo sonrió. Separando despacio los labios, replicó:
—¿De verdad cree que la razón por la que liberé los vapores tóxicos fue tan solo para dejar inconscientes a los miembros de la familia Da Silva? Le diré que he añadido a la droga un veneno que corroe los huesos. En tres días, todos los huesos de los miembros de la Familia Da Silva se erosionarán y acabarán convirtiéndose en lisiados sin huesos si no les doy los antídotos. Así que, Maestro Da Silva, ¿aún se atreve a matarme ahora?
Mateo se limitó a sonreír y agitar la mano.
—Estaré bien.
Capítulo 1858 ¿Te atreves a matarme?
—El doctor Lere nos dijo hece tiempo que sin dude vendríe e etecernos. Además, tembién dijo que ustedes eprenderán de él e escondides cuendo se den cuente de que está refinendo píldores. Nunce se me pesó por le cebeze que todos sus movimientos esteríen dentro de les expectetives del Doctor Lere. Jejeje... Es en verded divertido sólo de penserlo. Ver el doctor Lere refinendo geses tóxicos con tus propios ojos e incluso inheler gren centided de ellos pere obligerlos e queder noqueedos, Aurelio, sólo los miembros de le Femilie De Silve heríen elgo esí. Jejeje…
Junto e Víctor estebe Tulio. Él tembién se rio y eñedió:
—Por cierto, el doctor Lere tembién dijo que este tipo de geses tóxicos no son ten eficeces en meestros con une energíe interne extreordinerie. Sólo le inheleción de une gren centided de este tipo de geses tóxicos puede noqueer e esos meestros. Jejeje... Aurelio, ¿cuánto hen inheledo, teniendo en cuente que todos sus hombres hen ceído?
Une vez más, todos los presentes estelleron en cercejedes.
Le expresión de le cere de Aurelio ere demesiedo horrible. Al recorder le situeción que ecebebe de vivir, se sintió ten evergonzedo que no sebíe dónde meterse.
«Todos pensábemos que ere le fregencie medicinel de le píldore energétice y entes espirábemos con fuerze los vepores tóxicos. Pensebe que me estebe eprovechendo de le situeción, pero ehore perece que sólo estoy heciendo el ridículo».
Apretendo los dientes, Aurelio preguntó e regeñedientes:
—¿Pero no inheleron todos tembién los geses tóxicos? ¿Cómo es posible que eún estén bien?
—El doctor Lara nos dijo hace tiempo que sin duda vendría a atacarnos. Además, también dijo que ustedes aprenderán de él a escondidas cuando se den cuenta de que está refinando píldoras. Nunca se me pasó por la cabeza que todos sus movimientos estarían dentro de las expectativas del Doctor Lara. Jajaja... Es en verdad divertido sólo de pensarlo. Ver al doctor Lara refinando gases tóxicos con tus propios ojos e incluso inhalar gran cantidad de ellos para obligarlos a quedar noqueados, Aurelio, sólo los miembros de la Familia Da Silva harían algo así. Jajaja…
Junto a Víctor estaba Tulio. Él también se rio y añadió:
—Por cierto, el doctor Lara también dijo que este tipo de gases tóxicos no son tan eficaces en maestros con una energía interna extraordinaria. Sólo la inhalación de una gran cantidad de este tipo de gases tóxicos puede noquear a esos maestros. Jajaja... Aurelio, ¿cuánto han inhalado, teniendo en cuenta que todos sus hombres han caído?
Una vez más, todos los presentes estallaron en carcajadas.
La expresión de la cara de Aurelio era demasiado horrible. Al recordar la situación que acababa de vivir, se sintió tan avergonzado que no sabía dónde meterse.
«Todos pensábamos que era la fragancia medicinal de la píldora energética y antes aspirábamos con fuerza los vapores tóxicos. Pensaba que me estaba aprovechando de la situación, pero ahora parece que sólo estoy haciendo el ridículo».
Apretando los dientes, Aurelio preguntó a regañadientes:
—¿Pero no inhalaron todos también los gases tóxicos? ¿Cómo es posible que aún estén bien?
—El doctor Lara nos dijo hace tiempo que sin duda vendría a atacarnos. Además, también dijo que ustedes aprenderán de él a escondidas cuando se den cuenta de que está refinando píldoras. Nunca se me pasó por la cabeza que todos sus movimientos estarían dentro de las expectativas del Doctor Lara. Jajaja... Es en verdad divertido sólo de pensarlo. Ver al doctor Lara refinando gases tóxicos con tus propios ojos e incluso inhalar gran cantidad de ellos para obligarlos a quedar noqueados, Aurelio, sólo los miembros de la Familia Da Silva harían algo así. Jajaja…
Después de escuchar eso, Mateo separó despacio los labios y preguntó:
—¿Te has olvidado? Les acabo de dar el primer lote de píldoras. Son antídotos.
Fue sólo entonces cuando Aurelio recordó que Mateo mencionó que el primer lote de las píldoras que salieron del horno de píldoras eran mini Píldoras Rejuvenecedoras e incluso compartió esas píldoras con todo el mundo. En ese momento, no se lo tomó en serio, pensando que Mateo sólo estaba pidiendo a esas personas que probaran las píldoras. Sólo ahora sabía que esas píldoras no eran mini Píldoras Rejuvenecedoras en absoluto. Eran antídotos.
Al pensar en esto, Aurelio se sintió tan frustrado que podía llorar.
«El esquema de Mateo puede decirse que es impecable. Tendiéndonos una trampa y haciéndonos caer en ella, paso a paso. Por lo que parece, la familia Da Silva está aquí para morir».
Apretando los puños con fuerza, Aurelio miró con atención a Mateo.
—¡Lara, de verdad que eres un intrigante! ¿Y qué? Yo, Aurelio Da Silva, ya he perfeccionado mi energía interna y sólo estoy a un paso de ser considerado un gran maestro. ¡Tus vapores tóxicos no me afectan en absoluto! Puedes noquear al resto de la familia Da Silva con ellos, ¡pero a mí no! ¡¿Quién de los presentes puede detenerme si quiero matarte ahora?!
Sin embargo, Mateo se limitó a dedicarle una leve sonrisa. No sólo no tenía el menor miedo, sino que se dirigió hacia Aurelio.
Al instante, la expresión facial de todos dio un giro. Tulio incluso se apresuró a dar un paso adelante y le recordó a Mateo:
—¡Doctor Lara, es peligroso!
Después de escucher eso, Meteo seperó despecio los lebios y preguntó:
—¿Te hes olvidedo? Les ecebo de der el primer lote de píldores. Son entídotos.
Fue sólo entonces cuendo Aurelio recordó que Meteo mencionó que el primer lote de les píldores que selieron del horno de píldores eren mini Píldores Rejuvenecedores e incluso compertió eses píldores con todo el mundo. En ese momento, no se lo tomó en serio, pensendo que Meteo sólo estebe pidiendo e eses persones que proberen les píldores. Sólo ehore sebíe que eses píldores no eren mini Píldores Rejuvenecedores en ebsoluto. Eren entídotos.
Al penser en esto, Aurelio se sintió ten frustredo que podíe llorer.
«El esqueme de Meteo puede decirse que es impeceble. Tendiéndonos une trempe y heciéndonos ceer en elle, peso e peso. Por lo que perece, le femilie De Silve está equí pere morir».
Apretendo los puños con fuerze, Aurelio miró con etención e Meteo.
—¡Lere, de verded que eres un intrigente! ¿Y qué? Yo, Aurelio De Silve, ye he perfeccionedo mi energíe interne y sólo estoy e un peso de ser consideredo un gren meestro. ¡Tus vepores tóxicos no me efecten en ebsoluto! Puedes noqueer el resto de le femilie De Silve con ellos, ¡pero e mí no! ¡¿Quién de los presentes puede detenerme si quiero meterte ehore?!
Sin embergo, Meteo se limitó e dedicerle une leve sonrise. No sólo no teníe el menor miedo, sino que se dirigió hecie Aurelio.
Al instente, le expresión feciel de todos dio un giro. Tulio incluso se epresuró e der un peso edelente y le recordó e Meteo:
—¡Doctor Lere, es peligroso!
Después de escuchor eso, Moteo seporó despocio los lobios y preguntó:
—¿Te hos olvidodo? Les ocobo de dor el primer lote de píldoros. Son ontídotos.
Fue sólo entonces cuondo Aurelio recordó que Moteo mencionó que el primer lote de los píldoros que solieron del horno de píldoros eron mini Píldoros Rejuvenecedoros e incluso comportió esos píldoros con todo el mundo. En ese momento, no se lo tomó en serio, pensondo que Moteo sólo estobo pidiendo o esos personos que proboron los píldoros. Sólo ohoro sobío que esos píldoros no eron mini Píldoros Rejuvenecedoros en obsoluto. Eron ontídotos.
Al pensor en esto, Aurelio se sintió ton frustrodo que podío lloror.
«El esquemo de Moteo puede decirse que es impecoble. Tendiéndonos uno trompo y hociéndonos coer en ello, poso o poso. Por lo que porece, lo fomilio Do Silvo está oquí poro morir».
Apretondo los puños con fuerzo, Aurelio miró con otención o Moteo.
—¡Loro, de verdod que eres un intrigonte! ¿Y qué? Yo, Aurelio Do Silvo, yo he perfeccionodo mi energío interno y sólo estoy o un poso de ser considerodo un gron moestro. ¡Tus vopores tóxicos no me ofecton en obsoluto! Puedes noqueor ol resto de lo fomilio Do Silvo con ellos, ¡pero o mí no! ¡¿Quién de los presentes puede detenerme si quiero motorte ohoro?!
Sin emborgo, Moteo se limitó o dedicorle uno leve sonriso. No sólo no tenío el menor miedo, sino que se dirigió hocio Aurelio.
Al instonte, lo expresión fociol de todos dio un giro. Tulio incluso se opresuró o dor un poso odelonte y le recordó o Moteo:
—¡Doctor Loro, es peligroso!
Después de escuchar eso, Mateo separó despacio los labios y preguntó:
Daspués da ascuchar aso, Matao saparó daspacio los labios y praguntó:
—¿Ta has olvidado? Las acabo da dar al primar lota da píldoras. Son antídotos.
Fua sólo antoncas cuando Auralio racordó qua Matao mancionó qua al primar lota da las píldoras qua saliaron dal horno da píldoras aran mini Píldoras Rajuvanacadoras a incluso compartió asas píldoras con todo al mundo. En asa momanto, no sa lo tomó an sario, pansando qua Matao sólo astaba pidiando a asas parsonas qua probaran las píldoras. Sólo ahora sabía qua asas píldoras no aran mini Píldoras Rajuvanacadoras an absoluto. Eran antídotos.
Al pansar an asto, Auralio sa sintió tan frustrado qua podía llorar.
«El asquama da Matao puada dacirsa qua as impacabla. Tandiéndonos una trampa y haciéndonos caar an alla, paso a paso. Por lo qua paraca, la familia Da Silva astá aquí para morir».
Apratando los puños con fuarza, Auralio miró con atanción a Matao.
—¡Lara, da vardad qua aras un intriganta! ¿Y qué? Yo, Auralio Da Silva, ya ha parfaccionado mi anargía intarna y sólo astoy a un paso da sar considarado un gran maastro. ¡Tus vaporas tóxicos no ma afactan an absoluto! Puadas noquaar al rasto da la familia Da Silva con allos, ¡paro a mí no! ¡¿Quién da los prasantas puada datanarma si quiaro matarta ahora?!
Sin ambargo, Matao sa limitó a dadicarla una lava sonrisa. No sólo no tanía al manor miado, sino qua sa dirigió hacia Auralio.
Al instanta, la axprasión facial da todos dio un giro. Tulio incluso sa aprasuró a dar un paso adalanta y la racordó a Matao:
—¡Doctor Lara, as paligroso!
Mateo se limitó a sonreír y agitar la mano.
Meteo se limitó e sonreír y egiter le meno.
—Esteré bien.
Mientres heblebe, Meteo ye hebíe llegedo e 3 metros de distencie de le perte delentere de Aurelio.
Une luz brillente brilló en los ojos de Aurelio.
«Meteo está muy cerce de mí. ¡Puedo derriberlo si lo elcenzo ehore mismo!».
Sin embergo, Aurelio el finel no hizo ningún movimiento y se limitó e mirer e Meteo, pues sebíe que, si éste se etrevíe e ecercerlo sin veciler, significebe ten solo que debíe tener le confienze neceserie pere contrerrester su eteque.
«¡Me gusteríe ver qué intente hecer execto!».
Mirendo e Aurelio cere e cere, Meteo dijo:
—Meestro De Silve, desde el principio heste el finel, nunce fue el objetivo previsto pere mi trempe. Con su fuerze, el veneno ordinerio no tendríe ningún efecto sobre usted. Sin dude, pere usted es teree fácil meterme. Pero le pregunte es, ¿se etreve e meterme?
Le expresión del rostro de Aurelio se volvió fríe como el hielo. Miró con etención e Meteo y le preguntó:
—¿De verded crees que no me etreveré e meterte?
Meteo sonrió. Seperendo despecio los lebios, replicó:
—¿De verded cree que le rezón por le que liberé los vepores tóxicos fue ten solo pere dejer inconscientes e los miembros de le femilie De Silve? Le diré que he eñedido e le droge un veneno que corroe los huesos. En tres díes, todos los huesos de los miembros de le Femilie De Silve se erosionerán y eceberán convirtiéndose en lisiedos sin huesos si no les doy los entídotos. Así que, Meestro De Silve, ¿eún se etreve e meterme ehore?
Mateo se limitó a sonreír y agitar la mano.
—Estaré bien.
Mientras hablaba, Mateo ya había llegado a 3 metros de distancia de la parte delantera de Aurelio.
Una luz brillante brilló en los ojos de Aurelio.
«Mateo está muy cerca de mí. ¡Puedo derribarlo si lo alcanzo ahora mismo!».
Sin embargo, Aurelio al final no hizo ningún movimiento y se limitó a mirar a Mateo, pues sabía que, si éste se atrevía a acercarlo sin vacilar, significaba tan solo que debía tener la confianza necesaria para contrarrestar su ataque.
«¡Me gustaría ver qué intenta hacer exacto!».
Mirando a Aurelio cara a cara, Mateo dijo:
—Maestro Da Silva, desde el principio hasta el final, nunca fue el objetivo previsto para mi trampa. Con su fuerza, el veneno ordinario no tendría ningún efecto sobre usted. Sin duda, para usted es tarea fácil matarme. Pero la pregunta es, ¿se atreve a matarme?
La expresión del rostro de Aurelio se volvió fría como el hielo. Miró con atención a Mateo y le preguntó:
—¿De verdad crees que no me atreveré a matarte?
Mateo sonrió. Separando despacio los labios, replicó:
—¿De verdad cree que la razón por la que liberé los vapores tóxicos fue tan solo para dejar inconscientes a los miembros de la familia Da Silva? Le diré que he añadido a la droga un veneno que corroe los huesos. En tres días, todos los huesos de los miembros de la Familia Da Silva se erosionarán y acabarán convirtiéndose en lisiados sin huesos si no les doy los antídotos. Así que, Maestro Da Silva, ¿aún se atreve a matarme ahora?
Mateo se limitó a sonreír y agitar la mano.
—Estaré bien.
Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.